La incautación de drogas, por lo general, se logra a través de un arduo trabajo de vigilancia y seguimiento que involucra varias dependencias.
Pero este es sólo una parte del trabajo que realizan los gobiernos para tratar de minimizar el tráfico ilegal de drogas a través de sus territorios.
Luego de las incautaciones, viene la disposición de la droga y su destrucción.
En la más reciente de éstas, realizada la mañana de ayer, miércoles, en el vertedero de Cerro Patacón, personal de varias dependencias participaron en la quema de 2 mil 949.66 kilogramos (kg) de droga.
De esa cantidad, 2 mil 888.59 kg eran de cocaína; 53.35 de marihuana y 4.71 de heroína.
Pero la logística para realizar este tipo de destrucción es mucho más complejo que simplemente encender la sustancia.
Antes que el humo negro ascienda por el aire-contaminado la atmósfera-se requiere de una organización entre diferentes dependencias, las cuales deben coordinar todo el proceso.
La cifra exacta de cuánto cuesta todo esto, no fue revelada, pero se requiere de presupuestos asignados para que aproximadamente cada mes se pueda realizar una quema masiva.
La mañana de ayer, las sustancias incineradas fueron el resultado de incautaciones realizadas por dependencias como la Policía Nacional, el Servicio Marítimo Nacional, las Fiscalías de droga y la nueva Dirección de Investigación Judicial.
Temprano en la mañana, la droga sale de las bodegas donde ha permanecido resguarda desde que fue incautada, altamente custodiada por Policías, personal de la DIJ, la Fiscalía de Droga, entre otras, hasta el vertedero de Cerro Patacón.
Allí se coloca sobre un plástico, se contabiliza y rompe cada uno de los paquetes para garantizar que esté completa según la cantidad establecida para destruir y se le realiza una prueba de campo a varios paquetes al azar para garantizar el contenido de lo que se está destruyendo.
Luego, toda la sustancia es rociada con varios galones de diesel y gasolina para lograr una combustión mucho más rápida de la materia, que en este caso fue de 4 tanques de diesel y 1 de gasolina.
Esta cantidad de combustible utilizado para destruir los empaques que contienen la droga, fue previamente establecida por personal de la Universidad de Panamá, quienes son los encargados de realizar los cálculos.
Una vez que la droga ha sido empapada con los combustibles, se hace un camino de gasolina, el cual se extiende hasta aproximadamente 10 metros de distancia, para garantizar la seguridad de quien encienda el fósforo para que arda la sustancia.
Todo el proceso demora varias horas, desde que es embarcada, hasta que una cuchilla cubre con tierra las cenizas que quedan luego que el fuego se extingue.
Finalmente, todas las dependencias participantes firman un informe donde queda plasmado que todo se realizó de formar, regular y adecuada.
EFECTOS EN EL AMBIENTE
A pesar que Panamá es signataria de varios acuerdos internacionales que buscan garantizar la protección a la capa de ozono, la quema de droga se continúa realizando a cielo abierto, permitiendo que gases tóxicos se mezclen con el aire.
La licenciada Mitsi González, jefa del departamento de adecuación de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), indicó que durante las quemas en general, se liberan gases tóxicos como lo son el Monóxido de Carbono (CO) y el Dióxido de Carbono (CO2), los cuales en altas concentraciones son causantes del efecto invernadero que afecta y destruye la capa de ozono.
De igual forma, durante la combustión de diferentes sustancias, como las drogas, también se liberan furanos y dioxinas, que son altamente contaminantes y que están relacionados al cáncer, las cuales se forman generalmente cuando se queman plásticos, sostuvo la licenciada González.
La quema a cielo abierto involucra varios agentes como lo son el viento, el cual en casos extremos, deposita estos en cultivos, pastizales que son consumidos por animales de consumo, entrando así a la cadena alimenticia y llegar al hombre y afectando de forma indirecta, al ser humano, agregó la especialista.
Realizar la quema en el vertedero de Cerro Patacón disminuye un poco esta posibilidad, pero no es garantía de que la contaminación afecte a la población panameña.
Utilizar a o no un incinerador para realizar este tipo de actividad, debe ser una posibilidad que las autoridades deben analizar para un futuro no muy lejano.
