La deuda pública de Panamá ya se ubica en 10,720 millones de dólares, según el más reciente reporte de la Dirección de Crédito Público.
El monto es enorme para un país con apenas tres millones de habitantes y es preocupante, porque con la actual situación de crisis global, todo indica que se recurrirá al endeudamiento para balancear presupuesto y financiar inversiones.
En base al ambicioso programa de inversiones de más de 12 mil millones de dólares que contempla el gobierno del mandatario Martinelli para el próximo quinquenio, no hay duda que la deuda se disparará.
Claro que una nación requiere de inversiones, pero hay que ser cautos al momento de contratar nuevos compromisos y que éstos se logren a las mejores tasas posibles y que los fondos se destinen a proyectos que en verdad requiera el país.
La relación panameña de su deuda con el Producto Interno Bruto es alta y frente a la caída de la economía y la contratación de nuevos empréstitos la relación sería peor.
Ya de paso el proyecto que permite aumentar del 1 al 3% el déficit fiscal anual de las finanzas públicas ya aumenta casi en 600 millones de dólares el monto de esa cifra. Lo aconsejable es que también se busquen ahorros en el gasto público, para que parte de esa suma de destine a inversión y así disminuir la nueva deuda que se proyecta contratar.
Hay que recordar que Panamá en 1968 tenía una deuda de 253 millones de dólares y al caer el gobierno militar a fines de 1989, los compromisos superaban los 7,000 millones de dólares, incluido un sobregiro en el Banco Nacional de Panamá por más de 900 millones de dólares. Los encargados del futuro equipo económico del gobierno del Cambio, no debe olvidar esa experiencia.