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En años recientes ha habido un incremento significativo en la afluencia de turistas. Los vemos deambular por nuestras calles con su atuendo característico y su cámara fotográfica al hombro.
Sumas apreciables ha invertido el gobierno para fomentar el turismo, con los resultados ya vistos, que contribuyen a dinamizar la economía. Pero poco se ha hecho para mejorar la educación ciudadana a fin de capacitar al público para recibir adecuadamente a los turistas.
Los panameños hemos regresado al salvajismo y nos hemos acostumbrado a vivir en un ambiente de descortesía y total desprecio por el derecho ajeno. Muchos extranjeros están habituados a tratos diferentes, porque provienen de sociedades que se han esforzado por alcanzar niveles superiores de convivencia.
Un ejemplo lo tenemos en la circulación vial. Muchos de nuestros visitantes provienen de lugares donde el tránsito es ordenado, los peatones caminan organizadamente por las aceras y cruzan las calles en los sitios indicados. Automovilistas y caminantes respetan estas normas para garantizar la seguridad y eficiencia del tránsito.
Aquí los peatones se tiran a la calle por donde les da la gana y la mayoría de los conductores no respetan ni reglamentos de tránsito ni líneas de seguridad. Atrapados en ese caos, vemos a turistas realizar malabarismos para sortear las embestidas de los vehículos.
Si queremos hacer del turismo una fuente creciente y sustentable de ingresos, hay que educar al público para que dé a los turistas un trato decente. |
