Frecuentemente, la postura que permite un mejor control es aquella en la cual la mujer se sienta encima del varón que está acostado, cara a cara.
Además tiene menos posibilidad de movimiento (que queda más bajo el control de la mujer) y las sensaciones genitales son menores que en otras posturas porque la presión de las paredes vaginales sobre el pene, es menor.
En algunos casos, cuando la mujer utiliza movimientos demasiado fuertes o bruscos el control se suele complicar. En ese caso deberán ajustarse mutuamente hasta encontrar el ritmo preciso. Pero esta postura tiene también una importante ventaja porque posibilita el roce del clítoris con el pubis, de modo tal que estimula el orgasmo femenino.
Por otro lado, la postura de costado, en la cual el varón y la mujer están frente a frente, también es atractiva para el control de la eyaculación. Esto es posible porque la penetración no es muy profunda, y los movimientos en general no son tan rápidos como en otros casos. También permite la estimulación manual del clítoris.
Aquellas posturas tipo "misionero", es decir el varón encima de la mujer, no son favorables para el control de la eyaculación porque el cuerpo está tenso, el pene entra más justo en la vagina y en general la posición desemboca en una arrolladora carrera hacia el orgasmo. Y limita mucho los movimientos y el roce con el clítoris.
Para controlar la eyaculación se recomienda una excitación muy gradual. Comenzar con la postura que resulta menos excitante y utilizar los movimientos que compliquen menos el control. En general son los movimientos más cortos y lentos. Una vez que tenemos la sensación de control, podemos comenzar a aumentar la excitación lentamente.