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Panamá se viste de luto. Un gran hombre ha dejado el paraíso terrenal y se ha trasladado al más allá, dejando un gran legado de experiencias y trabajo, y llevándose un caudal de sabiduría, que de seguro hará falta entre quienes le conocimos. Es una gran pérdida para el periodismo y para el folclore nacional. Conocí a Toño a mediados de los años 80 cuando ambos laborábamos en Telemetro Panamá. Era un hombre dinámico, que tenía tiempo para todo, para realizar sus reportajes televisivos, sus artículos para la prensa escrita y sobre todo, para dedicarle a su gran pasión, "El folclore nacional".
Reconocidos artistas grabaron sus letras, tenía amplios archivos fotográficos, artículos de importantes escritores y cuando alguien necesitaba una información Toño no se la negaba. Así como transmitió sin egoísmo sus conocimientos periodísticos a jóvenes profesionales, así mismo dirigió conjuntos típicos que llegaron a ganar el famoso encuentro de acordeones, Gelo Córdoba, que se realiza todos los años en la Provincia de Los Santos.
Toño fue un compañero y amigo ejemplar que no sólo brindó su aporte a la Nación a través de sus escritos y narraciones; fue un hombre que sin pedir nada a cambio, luchó a la par nuestra y de otros colegas periodistas para que Panamá tuviese la democracia anhelada y la libertad necesaria para el libre ejercicio del periodismo. Recuerdo una de esas noches en medio de la crisis, cuando nos reunimos un reducido grupo de periodistas, que no nos sentíamos bien con nuestras conciencias; hacían pocas horas que el gobierno militar de Manuel Antonio Noriega con el apoyo de sus colaboradores, había decretado aquellas burdas leyes mordazas.
Esa noche cada uno de nosotros sacamos de nuestro bolsillo una pequeña suma de dinero e iniciamos el combate contra los males que aquejaban en ese momento a nuestra Nación. Así, sin compromisos con políticos, partidos u organizaciones, levantamos nuestro estandarte e iniciamos nuestra lucha, la que también fue de Toño y de todos los panameños, para cumplir con nuestra conciencia y con Panamá. Al día siguiente apareció en las calles de la ciudad, nuestra arma; un periódico de formato tabloide, que era adquirido rápidamente por gran cantidad de lectores, ante la falta de información, provocada por la censura a que nos vimos sometidos por parte del régimen. Los periódicos opositores habían sido cerrados, las radioemisoras y las televisoras que no comulgaban con el gobierno, tenían en sus plantas a un personaje designado por los gobernantes de turno, para censurar las informaciones que no eran compatibles con sus ideas.
Algunos medios tomaron la opción de no transmitir informaciones locales, pero éstas y con toda la objetividad, eran suministradas a través de nuestros medios clandestinos. Toño era pilar fuerte en este trabajo y era un soldado que estuvo allí, luchando por los panameños que aún creemos en la libertad y la democracia. Eran largas noches de trabajo en lugares ocultos y variados. Estoy seguro que hasta su último suspiro, Don Toño Díaz luchó contra la muerte, como luchó también para que quienes quedamos en este mundo disfrutemos de este paraíso que nos dio el Creador. |
