Artículos: Cortesía Sedería El Dorado
La Primera Comunión es la celebración católica que conmemora la primera vez que algún fiel recibe el sacramento de la Eucaristía.
Generalmente son niños de entre siete y quince años quienes celebran su Primera Comunión, aunque es posible también para cualquier miembro de la Iglesia Católica, siempre y cuando hayan recibido el bautismo.
La ropa de este evento es tradicional. Se utiliza un traje formal para los niños y un vestido para las niñas, estos son de color blanco; aunque el color puede variar. En algunas iglesias se ha retomado el uso de túnicas blancas más sencillas. Las niñas, en ocasiones, se ponen algo en la cabeza que se llama velo y una corona.
La corona de flores nos recuerda las coronas de rosas que se ponían las primeras mártires de la Iglesia cuando iban a ser devoradas por los leones, simbolizando la alegría de ir al encuentro del Señor.
El velo sobre la cabeza simboliza la fe que ilumina la razón y que nos lleva a conocer a Dios, pero de una manera parcial, como a través de un velo. A Dios lo conoceremos directamente, cara a cara hasta que lleguemos al cielo.
El crucifijo que llevan los niños y las niñas el día de su Primera Comunión es un recordatorio de las palabras de Cristo: "El que quiera venir en pos de mí, que tome su cruz de cada día y me siga, porque el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí". (Mt. 10, 38)
El crucifijo es un símbolo que representa a todas las pequeñas obligaciones de hijo, hermano, amigo, estudiante y ciudadano, que deberá cumplir el niño a lo largo de su vida y que representan la cruz que deberá tomar y llevar con amor y responsabilidad para ser un digno seguidor de Jesucristo.
El rosario que lleva el niño que hace su primera comunión, simboliza su confianza en la ayuda y protección de la Virgen María como su Madre del cielo y su compromiso de rezar el rosario con frecuencia para lograr la paz del mundo, la unión de las familias y la conversión de los pecadores.
La Biblia en las manos del niño que hace su primera comunión es un símbolo de que él mismo invita a Jesucristo, la Palabra, a acompañarlo por el resto de su vida. Es un símbolo de que leerá frecuentemente la Sagrada Escritura para conocer cada día mejor a Jesús y así parecerse más a �l.
Si el niño que hace su Primera Comunión se acostumbra a leer diariamente un fragmento de la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios irá poco a poco calando su entendimiento y su corazón y, como sucede con los amigos íntimos, que de tanto convivir se empiezan a parecer entre sí en los gestos y expresiones, el niño también a fuerza de leer la Palabra, se empezará a parecer a Cristo: a pensar como �l piensa, a juzgar como �l juzga, a hablar como �l habla, a orar como �l ora y a obrar como �l lo hace.