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Era viernes por la noche y apenas podía abrir los ojos. Un fanático miró a través de mis gafas semi oscuras en el estadio y me dice: "Licenciado... como estamos" (en relación al juego entre Panamá y Puerto Rico).
Le dije: "Estamos fritos". Otra vez miró a través de mis gafas y me dice... "Yo no creo". En ese momento vino el jonrón de Rubén Rivera y el partido 3-2. Allí me levante de la butaca y me fui a secar mis gafas de toda la cerveza que le cayó encima.
Las molestias en mi ojo izquierdo empeoraban y algunas cositas caminaban en el ojo derecho. Ya casi no veía bien el partido y lo que hice fue escuchar RPC Radio. Me estaba desarrollando una conjuntivitis química en mis ojos y mientras eso pasaba, el equipo de Omar Moreno empezaba a derrumbarse.
Debo reiniciar labores el jueves, tras una larga incapacidad medica, pero no aguanto a decir lo que siento tras la eliminación. Empecemos por el manager:
Omar Moreno, tuvo sus aciertos y quizás pocos momentos malos. Algunos le han dado con el banquillo y otros le defienden. José Pineda sólo considera que lo hizo bien. Algunos argumentan que no utiliza la banca... sólo miremos los otros equipos, haber con quienes juegan.
Moreno lo que hizo, lo hizo por sus peloteros y por su país. Hubo profesionalismo y mucha calidad, pero algunos piensan que para ser buen manager hay que poner a jugar los 24 peloteros. Dejemos ese tema y seguimos. Queda en el tintero mucha experiencia. Hay cosas que duelen más que la eliminación.
De los grandes traumas que nos quedan en el corazón están las peleas estériles entre la dirigencia y los peloteros. Las acusaciones publicas y la poca confianza y respaldo de ambos lados.
Las palabras escritas de puño y letra de Olmedo Sáenz. Los peloteros se sintieron abandonados y la dirigencia no se preocupa por eso.
En conclusión nosotros peleamos con nosotros mismos. Panamá era para clasificar, pero jugábamos para hacernos daño. Había envidia cuando el equipo ganaba y alegría cuando se perdía.
Muchos periodistas disfrutaban destruyendo al manager y otros simplemente callaban para no decir que bando estaban. Ese es mi béisbol. Mi querido béisbol, al que muchos maltratamos en éste torneo. Me duele por lo que vivimos en el primer asalto de la era Wever, pero nos quedan otras vueltas, siempre y cuando Dios nos de vida.
�Eliminados y con los ojos rojos! No precisamente de conjuntivitis química, sino de sentimientos.�Vive béisbol... vive por Dios!
José Pineda |
