Un a�o de transformaciones: Arnulfo Arias en la presidencia

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Dr. Celestino Andr�s Ara�z
Dra. Patricia Pizzurno

Como ya se�alamos, entre 1936 y 1939, Arnulfo Arias vivi� en Europa, donde tom� contacto con las doctrinas nacionalistas que imperaban en el Viejo continente en v�speras de la II Guerra Mundial. No era la primera vez que Arias se sent�a atra�do por esta l�nea de pensamiento. Ya en 1930, hab�a actuado activamente en Acci�n Comunal y, el 2 de enero de 1931, hab�a comandado el ataque a la presidencia de la Rep�blica. De manera, que al llegar a Europa qued� impresionado con este despliegue de nacionalismo con un fuerte ingrediente de pureza racial. Tambi�n tom� contacto con una legislaci�n social de avanzada que se propuso implantar en Panam�, una vez que alcanzara el poder.

Cuando en octubre de 1940, Arias ocup� la presidencia tom� nuevo auge la modernizaci�n de la naci�n. Propuso, en primer lugar, fomentar una inmigraci�n sana que fuera compatible con la naturaleza �tnica de la poblaci�n. En materia educativa se propon�a formar buenos artesanos, en lugar de aquellos a quienes llamaba "medio cocidos" pues escrib�an y le�an mal, pero se consideraban verdaderas autoridades por haber pasado por las aulas de la Universidad . Al mismo tiempo, consideraba que esta instituci�n deb�a ser "templo de la nacionalidad paname�a". Propon�a, asimismo, estimular las labores agr�colas, desarrollar la industria y otorgarle mayores oportunidades a los paname�os para el ejercicio del comercio , pues el 38% se encontraba en manos de extranjeros.

Denunci�, al igual que su predecesor, que Estados Unidos hab�a tra�do grandes contingentes de elementos de color para trabajar en el Canal que eran extra�os a la cultura nacional ya que, al igual que los asi�ticos, creaban un "problema �tnico grave". Asimismo, propuso la inmediata reforma de la Constituci�n de 1904, que se materializ� el 2 de enero de 1941 cuando fue promulgada la nueva Carta Magna. La fecha era simb�lica, pues ese d�a se conmemoraban los 10 a�os del golpe de Acci�n Comunal, que hab�a lanzado a Arias a la palestra de la pol�tica nacional.

Entre otras innovaciones, la nueva Constituci�n le reconoc�a a la Asamblea Nacional el derecho de investir al Presidente con facultades extraordinarias, bajo determinadas circunstancias. Aumentaba de cuatro a seis a�os el mandato presidencial y fortalec�a al Ejecutivo. Se contemplaban normas precisas sobre la familia, la propiedad, el trabajo, la asistencia social, la educaci�n y los bienes de dominio p�blico, entre otros. Se le negaba la nacionalidad paname�a a los hijos de antillanos nacidos en la Rep�blica y se sindicaron como razas de inmigraci�n prohibida a los asi�ticos, hind�es y negros cuyo idioma no fuera el espa�ol. Pero en realidad, la ley no era nueva y el problema hab�a sido ampliamente debatido desde 1904. Es m�s, la sexta ley de la Rep�blica sancionada por la Convenci�n Nacional Constituyente en 1904, declar� razas de inmigraci�n prohibida a los chinos, sirios y turcos. De manera, que la novedad ahora no era la figura de razas de inmigraci�n indeseable, sino negarle la nacionalidad a los hijos de antillanos nacidos en territorio nacional.

Entre 1940 y 1941 , con una Asamblea Nacional mayoritariamente a su favor, Arias logr� aprobar una cantidad impresionante de leyes , tales como : creaci�n de la Caja del Seguro Social; del Banco Agropecuario e Industrial; del Patrimonio Familiar, reglamento para el ejercicio de las profesiones liberales; protecci�n de la lengua castellana; otorgamiento del voto a la mujer, vacaciones pagas cada once meses de trabajo; preaviso para proceder a los despidos, entre otras. Tambi�n se le cambi� el lema al escudo nacional sustituyendo el Pro Mundi Beneficio, por "Honor, Justicia y Libertad".

En el plano internacional, lleg� a un arreglo lim�trofe con Costa Rica que puso fin al largo litigio fronterizo entre ambas naciones, gracias a la firma del Tratado Arias- Calder�n, firmado el 1 de mayo de 1941.

El gobierno se carecteriz� por exaltar los valores nacionales, as� como rescatar la lengua castellana, por lo cual prohibi� la propaganda en ingl�s. Fue, sin duda, un gobierno de corte populista para el cual los obreros y campesinos ten�an un papel que desempe�ar dentro de la sociedad.

Otras medidas adoptadas por el gobierno no fueron populares y despertaron oposici�n. Entre ellas, la nacionalizaci�n del comercio al por menor que estaba principalmente en manos de chinos. Hacia 1940, el 38% del comercio al por menor se encontraba en poder de extranjeros, situaci�n que el gobierno se propuso revertir. Para ello, se les otorg� un plazo perentorio para deshacerse de sus negocios, muchos de los cuales fueron adquiridos por simpatizantes del r�gimen a precios irrisorios. Otra medida impopular fue la explotaci�n de los juegos de azar , sobre todo las m�quinas tragamonedas, negocio del que participaron miembros del gobierno. Tambi�n,en septiembre de 1941, se cre� el Banco Central de emisi�n de la Rep�blica, con el objetivo de emitir papel moneda fiduciaria nacional de curso legal. Aunque antes del derrocamiento de Arias se realizaron emisiones de prueba, el papel moneda paname�o circul� en forma restringida y el mismo fue retirado cuando cay� el r�gimen. Por �ltimo, debemos recordar el ataque a la colonia suizo-alemana de Cotito por parte de la Polic�a Nacional, que contribuy� a aumentar a�n m�s la impopularidad del gobierno y sobre el cual se tejieron innumerables conjeturas.

Entretanto, el gobierno fue acusado de anti-democr�tico y simpatizar con los Pa�ses del Eje. Los servicios de Inteligencia de la Zona del Canal investigaron exhaustivamente a cada uno de los colaboradores y allegados del Presidente, sin llegar a conclusiones definitivas al respecto, pese a lo cual se sigui� insistiendo en las tendencias pro-fascistas del Presidente, a quien la oposici�n a lo interno denominaba el �f�hrer criollo�. Para Washington, la presencia de Arnulfo Arias en la presidencia de Panam� marc� el inicio de una nueva tendencia en las relaciones bilaterales . Arias exig�a para Panam� el mismo tratamiento que Estados Unidos le conced�a a Gran Breta�a para el arrendamiento de bases en las islas , de manera que no estaba dispuesto a sentarse en la mesa de negociaciones a menos que el Departamento de Estado cediera a sus demandas.

La negociaci�n de Sitios de Defensa que Estados Unidos abord� al inicio del mandato de Arias, se transform� en una verdadera pesadilla. Por una parte, Panam� se opuso a negociar, a menos que existiera una real amenaza para la seguridad del Canal y de la Rep�blica, a ra�z de la conflagraci�n mundial que estall� en Europa en septiembre de 1939. Sea como fuere, lo cierto es que despu�s de un par de meses de dilaciones, en diciembre de 1940, Roosevelt tuvo que declarar en un Mensaje p�blico la existencia de una situaci�n de peligro para el Canal, reci�n despu�s de lo cual, Panam� accedi� a negociar el otorgamiento de bases, bajo ciertas condiciones. La agenda de Panam� coincid�a en pocos puntos con la de Washington, pues mientras nuestro pa�s exig�a negociar dichas bases por un per�odo constitucional, es decir 6 a�os, los Estados Unidos plantearon inicialmente 999 a�os, que despu�s redujeron a 99. Otro punto, no menos escabroso, fue el de las compensaciones econ�micas que recibir�a Panam� por transformarse en un basti�n militar. Arias aspiraba a pagar la deuda externa de la Rep�blica con los beneficios econ�micos obtenidos. Para ello, el canciller de Roux propuso arrendar cada hect�rea de tierra particular en 4.000 d�lares, que era lo que Estados Unidos le hab�a pagado a Gran Breta�a por las bases en las Bermudas. Pero esto pareci� una insensatez en Washington, que no estaba dispuesto a pagar m�s que $ 25.000 por todas las tierras. Es m�s, en su af�n por liquidar los empr�stitos adquiridos con la Banca norteamericana, Arias le propuso al Presidente Roosevelt, a trav�s del Embajador Brid, el pago de 50 anualidades del Canal por adelantado. Finalmente, el gobierno paname�o le present� al Presidente norteamericano, el c�lebre Memor�ndum de los Doce Puntos en el que se plasmaban algunas de las reivindicaciones paname�as tales como la entrega del sistema de alcantarillado de las ciudades de Panam� y Col�n; el pago del costo de la Carretera de R�o Hato, para lo cual Panam� hab�a tenido que contratar un empr�stito; la construcci�n de un puente sobre el Canal; la devoluci�n de las tierras del ferrocarril en la ciudad de Col�n; la repatriaci�n de los antillanos contratados para las obras del Canal, entre otros.

De todos modos, Panam� se vio obligado a ir entregando tierras para el establecimiento de los sitios de defensa, sin haber pactado las condiciones del arrendamiento. De manera que, incluso, desde antes de la firma del Contrato de Bases firmado por el sucesor de Arias, ya los estadounidenses ocupaban tierras para este fin en nuestro pa�s.

Las negociaciones avanzaron lentamente y aunque se llegaron a discutir una o dos propuestas de Convenio, finalmente, Arias fue derrocado, el 9 de octubre, sin haber alcanzado un acuerdo definitivo. Es evidente que, de alguna manera, Estados Unidos estuvo mezclado en la ca�da del gobierno. Dos d�as despu�s de haberse negado a la solicitud norteamericana de permitir el artillamiento de las naves con bandera paname�a, Arias fue depuesto. Para entonces, ya se hab�a tornado sumamente inc�modo tanto para los Estados Unidos , como a lo interno del pa�s, y muchos de los miembros de su gabinete se opon�an a algunas de las decisiones que perjudicaban sus intereses personales.

El 8 de octubre, el Servicio de Inteligencia de la Zona le comunic� al jefe de la Polic�a Nacional que el Presidente hab�a abandonado el territorio nacional sin la correspondiente autorizaci�n. De inmediato, se declar� en acefal�a la presidencia. Se apres� al primer Designado Jos� Pezet y se llam� al segundo Ernesto Ja�n Guardia, quien renunci� y, en su lugar, ocup� la presidencia el ex Ministro de Gobierno y Justicia de Arias, Ricardo Adolfo de la Guardia. Cuando Arias regres� e intent� retomar el poder fue deportado a Nicaragua.

 

 


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