‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

‘Fidel, aguanta lo tuyo callao’

Por: Roberto Acuña [email protected] -

Doña Oderay Mendieta de Escobar es una mujer llena de fútbol. Primero con su hermano Víctor René Mendieta, y ahora con su hijo, Fidel Escobar, ella vive cada encuentro de la selección nacional con una pasión que ella misma califica como indescriptible, inimaginable...

“No tiene idea de lo que se siente... el pecho, el corazón... lo tengo que no lo creo”, nos dice como queriendo hallar la palabra correcta con la que definir el sentimiento que la embarga cada vez que su “beby”, como le llama a Fidel, entra al césped de cualquier estadio del mundo para defender el honor del fútbol panameño.

“Cuando Fidel nació, ya yo vivía el fútbol con mi hermano (René Mendieta), así que Fidel es para mí como una secuencia, yo hacía recortes (de periódicos) cuando mi hermano jugaba en México, El Salvador y con la selección. Lo mío (con el fútbol) no es de ahora”, cuenta con voz y rostro entusiasta mientras nos atiende en el sofá rojo vino de su hogar, ubicado entre calle 19 y 20 de El Chorrillo.

La señora Oderay aprovechó la entrevista para hacer la siguiente aclaración sobre de quién heredó Fidel la potencia en sus pies. “Lo que mucha gente saca es que como el tío (Mendieta) fue famoso en la selección, creen que todo proviene de él, pero quienes conocen a Fidel Escobar, padre, saben que la herencia de Fidelito fue de ahí”.

"La diferencia es que el papá es zurdo", expresó.

Cuando Fidel comenzó en esto de fútbol --narra-- “empezó flojo, no quería tocar el balón, pero después le cogió el ritmo y cariño porque vio que “el tío (René Mendieta) jugaba, que jugaban los primos y jugaba el papá".

Recuerda que cuando eran los días de semana, que tenía que ir a la escuela, levantar al hoy defensor del Sporting Lisboa B de la cama era toda una odisea, pero que cuando llegaban los fines de semana, ahí sí se paraba temprano, aunque le tocara jugar partidos desde las 8:00 a.m. “Yo le decía: ahí sí, Fidelito... ahí sí”.

Pero la señora Oderay da gracias a Dios porque siempre, a pesar de cualquiera necesidad, le dio la fuerza a ella y a su esposo para que su hijo se mantuviera en el camino correcto. “A veces se lo llevaban en las batidas, nada más”, manifiesta. “No todo lo que viene del barrio es malo”.

Indica la señora de Escobar que su hermano, cuando está en televisión, evita en lo posible hablar del sobrino para que --según nos dijo-- no pase lo mismo que sucedió con René Jr., “que cuando lo metió a la selección (siendo técnico interino en 2006), la gente comenzó a decir que era rosca, y eso fue difícil”.

“Él sabe que su sobrino se lo ha ganado a pulso (su llamado a la “sele”), destacó.

En el Mundial Sub-20 de Nueva Zelanda 2015, Fidel Escobar resultó el hombre más elogiado de aquel equipo dirigido por el argentino Leonardo Pipino. Hizo enloquecer al barrio con su golazo en el 2-2 frente a Argentina, pero en el segundo duelo contra Ghana desperdició un penal que pudo haber evitado la derrota por 1-0. “Yo le dije después: hasta los grandes lo fallan, te resbalaste, la cosas pasan porque tienen que pasar, sigue adelante y con la frente en alto”.

De todas las vivencias, la más emotiva para la señora Oderay y su familia se dio el pasado 11 de noviembre, cuando con gol de su hijo Panamá se llevó los tres puntos en su visita a Honduras.

“Yo soy gritona, y en cualquier estadio yo grito, no sé cómo no sufro de la garganta; lo tomé con toda la calma del mundo cuando vi el gol, no grité porque quería que el tiempo se acabara, lo tomé ‘relax’; no podía creer lo que veía”, relata.

“Un día antes del partido, le chateé a Fidelito y le pregunté si iba a abrir, él me dijo que sí, y me quedé pensando que ‘El Bolillo’ podría cambiarlo de aquí a mañana (viernes), ningún comentarista daba con que Fidel abriera y cuando dieron la alineación oficial el viernes, me puse nerviosa y dije: Dios, lo dejo en tus manos. Cuando ganamos, yo salí (de la casa) a gritar”.

Cuando se confirmó que Fidel se iría a Portugal para probar suerte con el Sporting Lisboa, a su madre le “quería dar”. “Se iba lejos, como mamá quiero que surja, pero nunca me imaginé que se fuera tan allá... él me explicó para decirme cómo era la cosa, llamé a mi hermano (Mendieta) y él me dijo que le dijera a Fidelito que echara para adelante, que iba a ser duro los primeros días”.

Antes de que tomara el avión a Lisboa, reseñó nuestra entrevistaba, “Le dije: ve con Dios, haga su trabajo, usted sabe hacerlo”.

"Al principio (en Portugal) se quejaba, me dijo que lo dejaban en la banca, que él quería jugar, pero yo le dije que eso sucedía, que a los grandes también los dejan en la banca, y que esas son pruebas que se dan.. dale pa'lante, Fidel. Aguanta callado”.

Para doña Oderay, la estadía en tierras lusitanas ha hecho bien a su hijo. “Ha madurado bastante, sabe que tiene que salir a relucir su personalidad”.

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