Masbou gana la primera carrera de Moto3 en Losail

La primera victoria del mundial de motociclismo del año fue para un francés, el mismo que el día antes se había apuntado la pole, la primera de su vida, Alexis Masbou. Es de los veteranos de Moto3 (27 años), perro viejo, menudo, y más en forma que nunca, según confesó nada más pisar suelo catarí. Dice que ha cambiado tantas cosas este invierno que no sabría explicar qué factor ha influido más en su renovada velocidad. Sea como fuere aprovechó las oportunidades que le brindó el primer gran premio de la temporada. Y sobre todo, los rebufos, cruciales en la categoría pequeña. Salió de la última curva algo desubicado, pero logró situarse tras Vázquez. Y gracias a este se abrió paso entre sus rivales para arrebatarle la victoria en la línea de meta a un Bastianini que escaló posiciones con la maestría de un mago que todo lo puede: desde la 21ª posición de la parrilla de salida. En el podio les acompañó Kent, superviviente de una carrera que se corrió en equipo. Y en la que, por cierto, mandaron las Honda, que coparon las primeras cinco posiciones. El grupo era grande. Lo era en el primer giro. Y también en el último. El pelotón cambiaba de líder casi a cada paso por meta. Jugaban un papel destacado los rebufos. Y la pista, con solo una recta, propiciaba que las diferencias fueran mínimas entre la primera docena de motos. Eso dejó la carrera muy abierta, la pudieron ganar hasta cuatro pilotos –los tres del podio, más Vázquez–, ayudó a que los novatos como Quartararo no perdieran comba y propició remontadas como la que protagonizó Bastianini. El escenario dibujo una carrera loca, con toques en la primera vuelta –que se lo pregunten a Oliveira, favorito a la victoria sobre el papel, por los suelos a la primera de cambio, tras chocarse con un irreverente Bagnaia– y adelantamientos al límite desde el primer giro hasta el último. Así es Moto3. Y así se ofrece este circuito de Losail de curvas rápidas. El trazado, pues el público era más que escaso, asistió al debut de un niño prodigio: Fabio Quartararo. Hubiera peleado por subirse al podio en el último giro de no ser porque Bagnaia lo arrastró con él hasta los márgenes de la pista, allá donde (especialmente en Losail) la arena y la suciedad hacen imposible avanzar sin problemas. En el día de su estreno en el Mundial, en su primera carrera en Qatar, el francés –orgullo de los directivos de la Federación Española, por cierto, pues se formó en España desde pequeño hasta proclamarse en dos ocasiones campeón del CEV– no perdió contacto en ningún momento con el grupo de cabeza, es más llegó a liderar al pelotón en dos ocasiones, y firmó adelantamientos de escándalo por el interior de las curvas. Terminó séptimo. Solo tiene 15 años. Y promete. Mucho. Y mucho espectáculo.