‘Mo’ hace duras críticas a su primo

Por: Roberto Acuña / Carlos Castillo / @Criticapa -

El panameño Rubén Rivera no llegó a explotar en las Grandes Ligas porque “se le subió la fama a la cabeza” y era “muy fiestero”, eso sostiene el legendario “pitcher” chorrerano de los Yanquis de Nueva York, Mariano Rivera, cuando hace referencia a su primo en el libro autobiográfico “El Cerrador” - “The Closer”-.

El líder de salvamentos de todos los tiempos confiesa en la publicación que él daba consejos a Rubén -también firmado por los Bombarderos del Bronx-, que le decía que podía llegar a ser una estrella, siempre y cuando caminara por el buen sendero, pero este jamás le hizo caso.

“Rubén es uno de esos jóvenes a los que la fama se les subió a la cabeza por la adulación y el haber llegado a las Grandes Ligas. Sale demasiado de fiesta, se queda hasta muy tarde, nunca parece demostrar la paciencia que se necesita para dejar que su talento se asiente”, reza un extracto del libro.

Según Mariano, Rubén trabajaba muy duro, pero él le decía que no bastaba con eso, pues también tenía que cuidarse.

Además, el hombre de los 652 rescates reveló que su primo quería toda la gloria de ya para ya y, por eso, “cuando no le salían las cosas se frustraba”.

En “El Cerrador”, el “Expreso de Puerto Caimito” desglosa aspectos íntimos de su vida y carrera deportiva, como su apego a Dios, el amor a su familia, el apoyo a sus compañeros caídos en desgracia, el dopaje, su infancia, incidentes y desgracias familiares, sus tristezas y alegrías, los elogios y hasta los insultos recibidos, entre otros aspectos.

Datos sobre Rubén

Sus impresionantes estadísticas en ligas menores le garantizaron a Rubén Rivera -quien llegó a convertirse en prospecto número uno de los Yanquis- su debut en las mayores y el 3 de septiembre de 1995 jugó su primer partido, de los cinco en que participó, y solo consumió un turno al bate sin poder conectar de imparable.

Para la campaña de 1996, al parecer, las parrandas de las que habla Mariano comenzaron a pasarle factura, el guardabosques vio acción en 46 juegos con el equipo grande, pero con poco éxito, y terminó con dos bombazos de cuatro esquinas y empujó a 16 compañeros a la registradora, en 101 turnos oficiales al bate.

Para 2001 y con 27 años, el chorrerano pasó a los Rojos de Cincinnati, y en 2002 regresó a los Yanquis, sin embargo, salió por la puerta de atrás al ser expulsado del equipo por haber hurtado y vendido un bate y una manilla del astro Derek Jeter.

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