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Hombres manifestándose en burka

La caída del régimen talibán en 2001 en Afganistán generó una serie de expectativas y unas ilusiones de cambio que desgraciadamente no se han terminado de cumplir.

Por: https://es.noticias.yahoo.com/ -

La caída del régimen talibán en 2001 en Afganistán generó una serie de expectativas y unas ilusiones de cambio que desgraciadamente no se han terminado de cumplir. Especialmente era importante el rol que debía cumplir la mujer en las necesarias transformaciones sociales y políticas que precisaba el país. Arrinconada durante décadas, con escasos derechos y subordinada al hombre, su misión era ser un factor determinante que llevase a un nuevo escenario. Desgraciadamente 14 años después, estas ideas siguen siendo tarea pendiente, aunque evidentemente algunos pequeños pasos -insuficientes todavía-, sirven para pensar en un avance. No obstante la sensación entre las activistas afganas sigue siendo de absoluta desilusión porque no han podido lograr los objetivos que se marcaron a principios del siglo XXI. Pero antes de nada, es necesario analizar en qué punto se está ahora. A punto de celebrarse el Día Internacional de la Mujer -8 de marzo- , una veintena de hombres se han manifestado en las calles de Kabul llevando un burka, que les tapaba todo el cuerpo y solo mostraba los ojos. Se trata de la prenda que los talibanes obligaban a llevar a todas las mujeres y que se ha mantenido en muchas partes del país pese a que ya no gobiernan. Tradición, convencimiento y miedo son algunos de los factores que explican su perpetuación. El objetivo de estos manifestantes era concienciar sobre los escasos derechos de las mujeres en el país y exigir un cambio, pero las reacciones que tuvieron que soportar fueron de lo más variadas. Evidentemente una de ellas fue el rechazo más absoluto bajo excusas tan variopintas como que los derechos de las mujeres “fomentan las violaciones”, también hubo perplejidad, unas pocas risas ante la cómica imagen e incluso la indignación de una joven que manifestaba que “no necesitaba a nadie que luche por sus derechos”. Probablemente este hecho solo es una simple anécdota, pero sirve perfectamente como termómetro de los cambios en Afganistán. ¿Se están produciendo? La respuesta es un sí rotundo, pero no a la velocidad que se esperaba. Más ejemplos. Hace escasos días el presidente afgano, Ashraf Ghani, ha anunciado la creación de una universidad especial para mujeres, asegurando que va a luchar por sus derechos. Cierto es que puede haber controversia sobre si es bueno crear un centro exclusivamente para mujeres cuando el objetivo es integrarlas en la sociedad de facto, pero analizando los datos concretos del país hay una buena explicación. De los 300.000 estudiantes afganos en universidades, apenas un 25% son de género femenino, especialmente en las regiones menos desarrolladas. Claramente se ve un desequilibrio por regiones. Hay otro dato importante, solo el 20% de las afganas sabe leer o escribir. Partiendo del hecho discriminador de este nuevo centro, es evidente que en Afganistán hace falta que cada vez más mujeres estén alfabetizadas y vayan teniendo acceso a estudios superiores, por eso esta universidad supone un importantísimo paso adelante. La educación es un factor fundamental de cambio, pero hay más. Uno de ellos es la ejemplificación del Gobierno. Y Ghani tuvo una grandísima oportunidad de demostrar que realmente defiende los derechos de la mujer y su incorporación a la sociedad como un factor diferenciador. No lo hizo. En su Gobierno hay 25 carteras ministeriales, pero en ninguna de ellas hay presencia femenina. “Nuestro mensaje es claro, las mujeres deben ocupar puestos como ministras, gobernadoras provinciales y embajadoras” ha asegurado el mandatario, pero por el momento no es él quien da el primer paso. No cabe duda que hay una importante evolución, pero también es verdad que todos los actores sociales, incluidas las propias mujeres, deben implicarse en equiparar los derechos de todo el mundo por igual. Solo con palabras y pocas actuaciones no se consiguen los cambios tan profundos que requiere el país en este caso. La sombra talibán aún sigue siendo demasiado alargada

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