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Papa denuncia en Ecatepec que existe "una sociedad de pocos"

Ecatepec es un inmenso municipio de 1,7 millones de habitantes perteneciente al Estado de México y a 20 minutos en coche de la capital del país.

Por: El Mundo / -

El Papa Francisco ha bajado de un helicóptero, se ha subido a un coche y se ha dado un baño de masas de cerca de un millón de personas que esperaban, algunos, desde las tres de la mañana rezando y protegidos con gruesas mantas que apenas conseguían evitar la heladora madrugada y realizó su homilía más multitudinaria de su viaje a México en Ecatepec. ¿Y qué es Ecatepec? Ecatepec es un inmenso municipio de 1,7 millones de habitantes perteneciente al Estado de México y a 20 minutos en coche de la capital del país. Es un sitio con una tasa de pobreza del 49 % y en el que en 2015 se decretó una alerta de violencia de género, un instrumento usado para acabar con los feminicidios en México que se han cobrado la vida de 168 mujeres en tres años allí. La lacra de la violencia hizo que este pasado otoño los vecinos se unieran, armaran y comenzaran los linchamientos. Mensajes como "Rateros, estamos unidos, si te atreves a robar te vamos a linchar", se podían leer en las puertas de algunos comercios. A Ecatepec, cuyo alcalde es un evangelista como buena parte de su población, no va nadie, en términos generales, que no tenga la condena de haber nacido allí. Al menos no va nadie que no sea el Papa Francisco, cabeza máxima de la Iglesia católica, algo que sus habitantes se han tomado con agrado y humor poco acostumbrados a la batería de arreglos y medidas que se les han hecho en las calles de su desolada ciudad en los últimos días: asfaltado de las calles por las que pasaba el Papa, retirada de perros callejeros, adornos florales, controles de policía, recogida especial de basura, pintar las fachadas de las viviendas que forman parte de los aledaños del recinto de la misa papal... Un vecino lo resume así: "Espero que el Papa venga cada tres meses". Otros, algo menos entusiasmados, se preguntan: "¿quién ha pagado todo esto?"Sin conocer este entorno, en el lugar escogido por el Sumo Pontífice para hacer su gran misa en tierra mexicana, con 300.000 personas dentro del recinto y más de un millón en las calles, las palabras de Bergoglio sobre la corrupción, pobreza y violencia que azota el país tienen menos significado. En todo caso, su mensaje es eminentemente religioso y esperanzador para una platea que necesita más raciones de ilusión que de realismo. Las tentaciones de Jesucristo, amenazas de la sociedadEl escenario, en esta ocasión, estaba perfectamente medido para lanzar el discurso, quizá como el que haga en Ciudad Juárez, que pretende calar más hondo en la comunidad católica mexicana. En lo otro, la crítica político-social, el listón estaba muy alto tras sus discursos de Palacio Nacional y Catedral Metropolitana de la primera jornada. El Papa comenzó hablando de la llegada de la Cuaresma: "Cuaresma, tiempo de conversión porque a diario hacemos experiencia en nuestra vida de cómo ese sueño se vuelve continuamente amenazado por el padre de la mentira, por aquel que busca separarnos, generando una sociedad dividida y enfrentada. Una sociedad de pocos y para pocos. Cuántas veces experimentamos en nuestra propia carne, o en la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos, el dolor que nace de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro". Tras esas palabras, Francisco quiso señalar las tres tentaciones de Jesucristo como amenazas de toda sociedad y todo católico: "Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos", dijo. Luego, las explicó para que quedaran claras:-"La riqueza, adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o para los míos. Es tener el pan a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos". -"La vanidad, esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que no son como uno. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la fama de los demás, haciendo leña del árbol caído, deja paso a la tercera tentación." -"El orgullo, o sea, ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la común vida de los mortales, y que reza todos los días: Gracias Señor porque no me has hecho como ellos". Francisco advirtió también que "hemos optado por Jesús y no por el demonio, queremos seguir sus huellas pero sabemos que no es fácil. Sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder".Para el final, el Papa dejó de nuevo esa alerta que ha ido hasta ahora arrastrando en todo el viaje y que parece que no está dispuesto a olvidar en ningún acto: la violencia, pobreza y corrupción que castiga a México. "Quiero invitarlos nuevamente hoy a estar en primera línea, a primerear en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos. Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte".

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