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Papa Francisco reivindica a Camilo

El sacerdote revolucionario, profundamente contestatario, caía en combate ensangrentando.
Papa Francisco reivindica a Camilo

Papa Francisco reivindica a Camilo

Por: Luis “Toty” Suárez / Expresidente del Partido Panameñista Revolucionario -

A pesar de que desde 1946 Colombia conocía la realidad de la violencia en las zonas rurales, que se agudizó -hasta nuestros días- con el crimen aleve de Jorge Eliécer Gaytán en 1948, pasando por las guerrillas liberales de Guadalupe Salcedo la “Fiera Sarda” en los años de 1950, Camilo Torres prácticamente no alude a ella en sus escritos, sino hasta 1963.

En la introducción para profanos explica su actitud: “Aunque como sacerdote, el autor debe desaprobar los hechos sociales que estén en oposición a la moral cristiana; como sociólogo no se puede permitir la emisión de juicios de valor so pena de mezclar las ciencias positivas con las ciencias normativas. Por eso no es de extrañar que se describa un fenómeno como el de la “violencia” -que en términos generales no puede justificarse desde el punto de vista moral- como un factor de cambio social y, sobre la moralidad de sus consecuencias. Al decir “importante” no se quiere decir “constructivo”.

Parece claro que como sociólogo plantea sus convicciones contra la violencia, pero a lo largo de su trabajo no emite juicios de valor concretos sobre la violencia -ya sea de los guerrilleros o de las partidos de conservadores y liberales, sea de la acción armada de represión o de los bandoleros. Admite la criminalidad en las guerrillas e indica -a su juicio- el modo de combatir la violencia: abrir “canales normales de ascenso económico que resulten eficaces para la mayoría de la población rural”.

Camilo Torres, el hombre

Su vida se extingue cuando empezaba a enrumbarse una personalidad de proyecciones incalculables, que presentaba desde un cuerpo alto y atlético, de una treintena de años que sin ser extraordinario, ejercía el embrujo de quien es decididamente influyente. Un líder carismático.

Por qué razón este hombre que escogió el camino de la Iglesia por amor al prójimo para hacer un trabajo por la redención de las grandes mayorías desposeídas de Colombia, terminaba su vida en traje de guerrillero, con las armas en la mano, peleando por los mismos ideales.

¿Cuáles fueron las causas de su evolución?

Su caso totalmente insólito: un sacerdote de fe viva, rico en cualidades, sociólogo activo y preparado, de conducta privada ejemplar, que solicita -en junio de 1965- ser reducido al estado laical para entregarse plenamente a una acción política; meses después se incorpora de pronto a la guerrilla.

En ella participó pocas semanas, ya que el 15 de febrero de 1966 muere en acción armada en San Vicente de Chucurí en el departamento de Santander. Sin embargo a la fecha, ya su figura de 37 años había sobrepasado el marco de Colombia para insertarse en el proceso revolucionario de los pueblos que luchaban por su soberanía, dignidad plena e independencia económica.

No era de esperarse que en la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con la última sesión del Vaticano II, se volviera a repetir la tradición de sacerdotes guerrilleros -guerrilla de raíz hispánica- el español Merino y los mexicanos Hidalgo y Morelos. A los 31 años de muerto Camilo se  repite la historia: el jefe guerrillero del ELN de Colombia es un sacerdote español nombrado Manuel Pérez, quien igual que Camilo muere en la guerrilla.

Por eso, el comandante Fidel Castro -muy al principio- reconoció en un discurso en un Congreso de La Habana que: “ciertos sectores del clero se están convirtiendo en fuerzas revolucionarias”. Camilo, luchador de los años sesenta, no se sustrajo al influjo de la revolución cubana en los indoamericanos.

Sus inicios

Jorge Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. De muy niño viajó con sus padres a Bélgica y España y, en la Vieja Europa se radicaron por 3 años. Regresó a Colombia y, durante su bachillerato escribía en semanarios criticando a los profesores; lo mismo hace cuando escribía en el periódico liberal: “La Razón” dejando claramente definida su condición rebelde. En agosto de 1954, se ordena sacerdote y viaja a Europa, se matricula en la Universidad Católica de Lovaina-Bélgica y, al año siguiente es designado vicerrector del Colegio Latinoamericano de Lovaina, cuya misión es formar sacerdotes para América Latina. A principios de 1959 regresa a Colombia como capellán auxiliar de la Universidad de Bogotá. Inmediatamente ocupó la presidencia del Movimiento Universitario de Promoción Comunal (Acción comunal), para ello vinculaba a los estudiantes y a los profesionales con la realidad colombiana.

Frente Unido

En Colombia se seguían produciendo hechos que hacían definirse más y más al padre Torres. En mayo de 1964, 16,000 efectivos del ejército atacaron el altiplano de Marquetalia para reprimir a los campesinos del  movimiento agrario independiente; ante esto, los grupos de autodefensa se proclamaron movimientos guerrilleros el 20 de julio de 1964.

Otro factor altamente volátil fue la invasión militar norteamericana a la República Dominicana en abril de 1965; la reacción en Colombia fue de choques de estudiantes contra el ejército. El Gobierno tuvo que decretar el estado de sitio el 21 de mayo del mismo año. Al día siguiente, desde la Universidad de Bogotá, Camilo se dirige a los sectores populares, a las organizaciones de acción comunal, sindicatos, cooperativas, organizaciones obreras, militares y a todos los inconformes para presentarles la plataforma del Frente Unido del Pueblo Colombiano.

Para la fecha, la relación del padre Camilo con la jerarquía de la Iglesia colombiana era supremamente conflictiva. Acusó a la jerarquía de ser instrumento de la oligarquía y de participar de los bienes económicos de la misma.

El único camino

El Frente Unido fracasó, y Camilo ni dimitió, ni regresó al ministerio sacerdotal, ni culpó a nadie, al contrario, asumió toda la responsabilidad. A su regreso de Lima del Segundo Congreso Boliviano de Desarrollo de la Comunidad en junio de 1965, fue delirantemente aclamado por el pueblo declarando a la muchedumbre: “no volveré a salir de Colombia e iré hasta la muerte para la revolución nacional.”

Ya era cuestión de tiempo, en julio se fue al departamento de Santander a encontrarse con el Ejército de Liberación Nacional. El ejército regular estrechó la vigilancia sobre él y en octubre se une a las guerrillas, para reaparecer oficialmente el 7 de enero de 1966 con su Proclama a los colombianos: “Desde las montañas pienso seguir la lucha con las armas en la mano hasta conquistar el poder para el pueblo. Me he incorporado al ELN porque en él encontré los mismos ideales del Frente Unido.”

Cinco semanas después, el sacerdote revolucionario, profundamente contestatario, caía en combate ensangrentando. Gonzalo Pineda lo llamó: signo de los tiempos. Su carácter profético, bañó de luz un horizonte inmenso y dejó un signo indeleble de su tiempo. Y agrega: “surgió providencialmente para denunciar un pecado enorme y una situación injusta…”

Víctor Jara,  famoso cantautor en homenaje al padre Torres, guitarra en mano, expresó: donde cayó Camilo nació una cruz, /pero no de madera, sino de luz.

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