Con Varela me fue peor que con Noriega

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Con Varela me fue peor que con Noriega

Con Varela me fue peor que con Noriega

Por: Juan Pritsiolas Crítica -

José Raúl Mulino se quebró ayer. El tipo de verbo aguerrido y carácter tosco, horas después de cumplir 179 días de cautiverio, confesó a Crítica y Panamá América que lloró en prisión.

Puro cuento de que los hombres no lloran…pero lo hacen solos y casi lo hace delante nuestro cuando se le preguntó a boca de jarro: ¿Usted lloró en prisión?

El llanto de Mulino fue el 15 de enero. Ese día sus dos hijos abogados renunciaron al bufete que había fundado hace 30 años atrás. No dormí…a las 4:00 a.m. le escribí un mensaje a mi hijo José Raúl y a mi hija Verónica. Cuando eran las 10:00 a.m. -la hora que debían presentar la renuncia- me entró una depresión muy grande. Me metí al baño y lloré mucho. Yo decía ¿hasta dónde estoy pagando factura? ¡Fue el único día que lloré!

El exministro de Seguridad detenido tras la investigación por las compras de equipos de Finmeccanica, contrato que insiste y repite que negoció el hoy mandatario Juan Carlos Varela, en calidad de canciller, abandonó ayer la sede de la Policía a las 12:54 p.m. Afuera del cuartel lo esperaban miembros del opositor Cambio Democrático (CD), que lo vitoreaban y gritaban: ¡Mulino, presidente!

"Tengo un mensaje para la inmensa membresía de Cambio Democrático: aquí tienen un servidor más que, junto al partido unido, lograremos el poder en el año 2019…tengo fe en que prevalezca la justicia (...) Hay que retomar la lucha muy pronto (...) El país se cansó de tanta incapacidad", expresó Mulino en un improvisado mitin. Luego partió en un auto ondeando la bandera del CD.

De la soledad en prisión, su residencia en Altos del Golf quedó repleta de amigos. Allí Mulino nos recibió. La cárcel le cubrió de canas. Andaba sport: jeans, zapatos deportivos, sin medias y tenía una camisa negra, pero no la de Juanes. En una de las mesitas de su casa había un cuadro del papa Benedicto con una bendición apostólica para él y su esposa.

Mientras esperaba el turno, en un salón aparte estaba Mirna Ortega de NEXtv entrevistando. ¡Estuve preso por maldad política!, logré escuchar a Mulino casi gritar.

Cuando vio al equipo de Epasa saludó: ¿qué pasó Griego? ¿Quieren tomar algo? Dije que no y bromeó: ¡desconfío de los hombres que no toman!, pero sé que no lo haces por salud.

El exministro recuerda que su primer día de prisión fue algo triste. Ver a mi esposa e hijos llorar por mi detención fue una cosa muy devastadora.

Otro momento difícil ese día fue cuando me filiaron. Te sacan la foto como delincuente… eso no se lo he dicho a nadie. Te ponen de perfil y de frente con placa con números, como si fueras un traficante de drogas, un asesino, un violador. Eso me afectó mucho, estuve varios días muy afectado. No soy un delincuente ni he delinquido, pero entiendo que es también el procedimiento.

Mulino alega que una cosa es que estés preso porque sabes que la dañaste, la embarraste, como decimos los panameños, y otra cosa es que tú sabes que estás preso siendo inocente.

Su último día bajo arresto fue como cualquier otro. Yo me meto una tanda de pastillas para dormir, y la verdad es que en ese cuartito de la Policía, por miserable que fuera, yo dormía bien. Me fui hasta las 8:00 a.m. y me despertó el jefe de la Policía, Omar Pinzón, que creía que ya yo me había ido el miércoles.

Esa es una buena pregunta. Aquel era un régimen, y este es un gobierno. Noriega y la dictadura administraban la dosis de miedo en los opositores y te ponían preso dos días y te soltaban. Ahora no, lo triste es caer preso en democracia, sentirte que te vulneran tus derechos, que manipulan al Ministerio Público igualito que manipulaban antes, y que tú tienes fiscales que no están investigando una causa, sino tratando de meterte preso de todas maneras.

En una democracia y en un estado de Derecho, como el que yo creo que debe existir, no que existe, eso es muy duro y más duro para un abogado sobre todo, para una persona que ha dedicado una vida entera al ejercicio del Derecho.

A pesar de la “maldad política” de la que se siente víctima, Mulino alega que el presidente Juan Carlos Varela no le debe ninguna cuenta. No le guarda rencor; él es mi adversario político, nada más.

Lo he pensado muchas veces, porque este país es muy chiquito. Él y yo tenemos muchos amigos en común. Quizás no enemigos en común. Siempre lo he pensado, no sé. No sé qué reacción tuviera, tal vez daría la vuelta y me fuera. Yo respeto el cargo que él ostenta. La mejor palabra es a veces la que no se dice.

Yo no sé a quién perdonar. Lo único que sé, es que no me animan ni revanchas ni rencores. Prefiero ver al país a través del parabrisas, no a través del espejo retrovisor, y yo creo que ese es uno de los grandes problemas de este gobierno, que ha tratado de gobernar a través del espejo retrovisor del carro. Así te vas a estrellar.

La cárcel cambia a los hombres. Mulino –un hombre ácido y tosco- reconoce que ahora medita más. Sigo siendo el mismo, no es que la cárcel me ablandó…si algo me hizo cambiar es que nada es urgente. No hay correo electrónico que tengas que responder de ya pa’ ya. No hay situación que puedas alterar, por lo tanto no hay nada importante en la vida. Todo puede esperar. Me enseñó a ser paciente. A veces me quería comer una pared, pero yo decía: nada puedo hacer. Creo que soy un hombre mucho más reflexivo.

En la entrevista, el exministro reconoce que no hubo nunca ofertas de canje de libertad a cambio de joder o declarar contra el expresidente Martinelli.

Sí me dijeron que para poder salir que bajara el tono de mis cartas semanales, lo cual no acepté. No iba a ser rehén de la extorsión.

Se ha querido someter a todo miembro de Cambio Democrático a una condición peyorativa de ser ladrón, ser corrupto, pero no. Hay personas que cometieron errores y la van a tener que pagar, pero la inmensa casi totalidad del partido no.

A mí no me han podido sacar nada indebido, porque nada indebido he hecho. Soy el mismo, vivo en la misma casa, tengo un carro mucho más barato que cuando empecé a ser ministro, añadió.

Yo nunca tuve depresión de nada. Producto de mis enfermedades me he muerto 3 veces. Ya a la muerte no le tengo miedo. En la mañana cuando me sentaba a tomar un café, pasaban los miembros de la Policía, me preguntaban ¿cómo amanece jefe? Yo decía, por lo menos ya amanecí.

Sí, si el destino me lo plantea. Creo que tengo mucho que aportar a este país desde la Presidencia de la República. Yo podría tener una propuesta de un nuevo país, un nuevo gobierno, una nueva institucionalidad. No pretendería llegar a semejante puesto de tanta distinción que muchos quieren y pocos logran, para pensar en función mercantilista. Ese no soy yo.

Mulino reconoce que hay miedo en el país de enfrentar al gobierno, pero ya pasó por eso. Ya me metieron preso y salí. ¿Qué puede pasar? ¿Que me vuelvan a meter preso? Ya sé cómo dormir en la cárcel.

La primera noche en la cárcel y todas las noches de los seis meses, salvo el desvelo que a veces me daba, dormí muy tranquilo. Más bajo no podía caer, ya estaba preso.

Leí mucho. Escogí biografías. Mario Galindo me regaló la colección de las biografías del siglo XX. Leí la biografía de Dorindo Cárdenas. He leído mucho de la independencia de Panamá. La biografía que más me impactó fue la de Eusebio A. Morales.

Para el extitular de la cartera de Seguridad, en Panamá se requiere un nuevo modelo de país. Lo que tenemos no sirve. Está colapsado, no de ahora, de hace tiempo.

La constituyente se tiene que convocar en los primeros 180 días de gobierno, cuando tienes capital político. Este gobierno nunca quiso convocarla. Hay que tratar de lograr acuerdo con todos los sectores políticos, con Frenadeso y otros grupos.

Él sabrá lo que hizo y lo que no habrá hecho. Eso es un tema ya de la conciencia personal de cada uno. Yo no sé. Por mi parte no. Yo no sometería a la familia de Juan Carlos Varela al juicio que ha pasado mi familia por seis meses.

Yo estuviera en Punta Coco, pero Jürgen Mossack y Ramón Fonseca Mora no lo están, porque son panameñistas, ministros consejeros, presidente de partido de gobierno. Yo estuviera en Punta Coco ya aislado y picado de chitras, porque yo no conozco un sitio en esta tierra que tenga más chitras que Punta Coco.

Mulino se ríe y acepta: Tres, y dos vodkas.

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