Hasta el cielo de Colón lloró a Amílcar

Hasta el cielo de Colón lloró a Amílcar

Hasta el cielo de Colón lloró a Amílcar

Hasta el cielo de Colón lloró a Amílcar

Hasta el cielo de Colón lloró a Amílcar

Por: Eliécer Navarro Crítica -

Solo se necesitan 50 pasos para llegar desde la residencia de Amílcar Henríquez hasta la esquina donde lo asesinaron, en la barriada Nuevo Colón. 

Ayer, mientras llegaba a esta casa el féretro con el cuerpo de la estrella, el eterno 21 de la selección nacional, curiosos preguntaban "¿dónde mataron a Amílcar?", y los vecinos apuntaban a la misma caseta pintada de verde y con verjas negras, ubicada sobre la quebradita donde le dieron tres tiros junto a su amigo Delano Wilson.

Cientos de lugareños estaban parados en sus portales, en las aceras, en la calle y en el minisúper Jhony, con los ojos fijos en la residencia de los Henríquez. Sobre el portal había una carpa azul, con la leyenda "Federico Policani, Alcalde", en letras grandes para que todo el mundo las lea desde la distancia.

A las 11:20 a.m. el carro fúnebre, un Dodge Caravan azul plomo, se estacionó frente a la residencia. Bajaron el ataúd, de color cobrizo y ornamentaciones doradas, sobre el cual reposaba una corona de flores amarillas. Su madre, hermana, viuda, hijos y la madre de su primer hijo lo esperaban, aparte de decenas de otros familiares.

"No tomen fotos del rostro de Amílcar", pidió una de sus tías; petición que fue cumplida por los fotógrafos y camarógrafos. 

Cuando abrieron la tapa del féretro, su hermana quedó dominada por el dolor. "¡Papi, párate de ahí! ¡Hermanito, vinimos a verte!", clamaba desconsolada, mientras la sujetaban.  

En contraste, su madre biológica, Miriam Espinoza, mostró una gran compostura durante todas las honras fúnebres. "Le digo un mensaje a la juventud que sigan el ejemplo de Amílcar. Por favor, están muriendo muchos jóvenes. Mi Dios, mete tu mano en Colón", dijo a Crítica.

Las condolencias y palabras de aliento para los familiares llegaron desde más allá de Nuevo Colón. Entre estas voces estaba la de Erick Batista, el presidente del Movimiento Antipandillas (MAP), quien conoce muy bien el dolor de los Henríquez. El 9 de enero de 2011, uno de los cinco muchachos que murieron quemados en el incendio de una de las celdas del Centro de Cumplimiento de Menores, era su hijo.

"Es lamentable la pérdida de un deportista panameño que nos roban", comentó Batista. "Nosotros como movimiento, vemos esto como un mensaje de que la delincuencia no paga, de que la violencia no paga, y que todos debemos reconocer que en esta vida hay un Dios, que es lo que necesitamos en nuestra vida los panameños".

El cuerpo de Amílcar solo estuvo 25 minutos en su casa, pues había que llevarlo al funeral evangélico, al cual asistieron fanáticos colonenses de fútbol, así como autoridades de la LPF, jugadores y personal técnico de la selección nacional de fútbol y compañeros del Árabe Unido.

A las 12:30 p.m., el carro fúnebre llegó al estadio Armando Dely Valdés, que ya comenzaba a recibir asistentes. Ahí ya habían llegado sus familiares, principalmente su viuda, Gixi de Hernández y madre de dos de sus tres hijos. También estaba su expareja y madre de su primer vástago. Todos los hijos del fallecido mediocampista llevan su nombre: Amílcar Abimelec, Amílcar y Abisail Amílcar.

El féretro fue cubierto con las banderas de Panamá y de la provincia de Colón. También con emblemas del Árabe Unido y, finalmente, su camiseta de la selección nacional, con el número 21. Alrededor había más de  diez coronas florales.

En este momento, y frente al ataúd, se unieron a los familiares el director técnico de la "sele", Hernán "El Bolillo" Gómez, y Pedro Chaluja, presidente de la Liga Panameña de Fútbol (LPF). 

Al mismo tiempo, llegaron los jugadores del Árabe Unido. Solo dos compañeros de la selección fueron vistos en el estadio: Felipe Baloy y Nelson "Russo" Barahona.

"No comprendo cómo en una provincia de menos de 300 mil habitantes no hay un control policial adecuado", expresó Chaluja, dolido y molesto por la muerte de otro futbolista panameño.

"No se trata de fútbol. Murió otra persona. Aquí lo que se trata es de un problema de la sociedad.  Estos son muchachos que viven en un ambiente muy difícil, y todos los días se paran a entrenar. Son disciplinados, y es muy difícil, en un ambiente tan pesado, tener esa disciplina. Ya eso es admirable".

La máxima autoridad de la LPF recordó a Amílcar como una persona "directa", y siempre dispuesto a ayudar. "Se acercaba siempre a ayudar a encontrar soluciones y no a buscar problemas. Y en la cancha, no tengo que decir nada. Él lo dijo todo".

La ceremonia religiosa, repleta de cantos y alabanzas, se inició a las 2:12 p.m., luego de llegar al sitio el presidente Juan Carlos Varela. Estaba flanqueado por su ministro de Seguridad, Alexis Bethancourt; el director de la Policía Nacional, Omar Pinzón, y su inseparable Rolando López, jefe del Consejo de Seguridad del Estado.

El mandatario dijo inicialmente que no hablaría, pero tras terminar la ceremonia fue abrumado por preguntas sobre la muerte de Amílcar, sobre el estado de inseguridad en el país y sobre el avance del crimen organizado.

"Expresamos nuestras condolencias a la familia, a su esposa, a sus hijos, al Árabe Unido, a todos nuestros fanáticos de la selección. Seguiremos haciendo lo necesario para darle a Colón la seguridad que necesita", dijo Varela, quien horas antes dirigió un consejo de seguridad.

"Esperemos que la investigación siga adelante, y que exista certeza del castigo para los responsables del asesinato de Amílcar Henríquez".

Varela insistió en que la Fuerza de Tarea Conjunta "Águila", que ha sido movilizada masivamente a la provincia tras el homicidio de Amílcar, se quedará. 

"La fuerza Águila se mantendrá en la provincia de Colón, pero necesitamos la colaboración de la ciudadanía, para que no se esté protegiendo a los criminales en los barrios", afirmó.

Antes de la partida del cuerpo hasta el cementerio Parque del Recuerdo de Sabanitas, sus compañeros del Árabe Unido le dieron una vuelta de honor alrededor del campo. "Olé, Olé, Olé, Olé... Amílcar... Amílcar", gritaba la barra atlántica desde las gradas.

Los restos de Amílcar Henríquez llegaron a su último lugar de reposo a las 3:56 de la tarde, ante la mirada de casi 200 personas. Mientras el féretro descendía en la fosa, el cielo de Colón comenzó a llorar. 

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