Política Exterior en la práctica

Política Exterior en la práctica

Política Exterior en la práctica

Por: José Raúl Mulino Q. -

Podemos decir que la política exterior del país lleva un sello personal del Presidente y es el reflejo de sus ideas y criterios en adición a aquellos principios adoptados en el tiempo y que permanecen - o deben permanecer - invariables.

El tramo final del régimen militar a finales de los 80 hizo que Panamá saliera al mundo a buscar solidaridad.  Viví esos tiempos en primera fila y conozco bien de dónde  provino y de dónde no.  América Latina casi que en general nos dio la espalda o mostraron indiferencia.  La OEA llegó a significar el escenario mas repleto de contradicciones y de doble moral que recordamos. Su Secretario General Baena Soarez era el gran ausente y, so pretexto del respeto a los principios de no intervención en asuntos internos y de libre determinación, vieron venir advertidamente la invasión norteamericana, protegiendo, si se quiere por omisión, a un régimen represor de todas nuestras libertades y derechos.  Cierto es que el conflicto bilateral del régimen con EE.UU. influyó para que afloraran viejas facturas entre América Latina y el Norte, pero olvidaron a Panamá que poco o nada podía incidir en cualquiera decisión que se tomara, salvo las debidas advertencias públicas que se dieron sobretodo luego de que se anularon las elecciones de  mayo de 1989. El intento de diálogo de la OEA en Panamá debe ser la agenda de ;o que no hay que hacer.  El tema da para mucho más, pero será parte de mis memorias.
Ese fracaso de la OEA en Panamá sirvió de precedente para reformas sustanciales y creación de mecanismos como la Declaración de Santiago y la Carta Democrática Interamericana para sancionar a los gobiernos que irrumpen producto de golpes de estado o que desconocen las reglas democráticas para violentar esa voluntad popular con que llegaron al poder. Panamá adoptó como parte de sus principios de política exterior la Doctrina Bethancourt, surgida luego de la dictadura venezolana por iniciativa de Rómulo Bethancourt.  Desde el autogolpe de Fujimori en 1992, el golpe en Surinam, el de Haití, Guatemala, el surgimiento de Chávez para derrocar al Presidente Perez en Venezuela, entre otros sucesos, se fueron forjando las reglas para que en América prevaleciera la democracia custodiada por pactos internacionales, como la Carta, a fin de que se respetara el orden constitucional. Panamá en estos casos predicó con el ejemplo. Pero hoy prevalece el olvido.
Hoy Venezuela está en el ojo de la tormenta. Una veintena de países ha apoyado la activación del mecanismo de la Carta, en principio, ley en cada país.  Pero que sucede en la practica? Poca cosa.  Triste, pero cierto! Hay reglas, si, pero no hay voluntad política clara para reaccionar con el derecho en la mano y evitar situaciones como la de Panamá.  Viejo problema del derecho internacional público.
Venezuela vive en dictadura hoy. Maduro vulneró el principio de la soberanía popular con el que alcanzó el poder para instaurar una perversa dictadura violadora de cuanto derecho exista incluyendo encarcelamientos políticos en gran número.  Pero, que ha hecho Panamá?  Nada a pesar del sentido histórico que debió prevalecer.  Varela ha sido alcahueta distinguido de Maduro argumentado despropósitos. Pero de dónde viene esa "amistad"?  Cuando el golpe que depuso en Honduras al Presidente Zelaya, nos encontrábamos en la etapa final de la transición Torrijos- Martinelli. Recuerdo a un Varela articulando con Maduro, Canciller de Chavez a la sazón, gestiones para devolver a Zelaya al poder. No prosperó, pero forjaron amistad o contubernio ideológico?  Pienso que lo segundo. 
Hoy es penosa la postura panameña. No hay argumento moral sino simplemente el apoyo de un amigo a otro en problemas.  Hay política exterior visible y determinada? No. Esta no es la primera vez que su ausencia nos marca en el ridículo, pero esto es irrelevante.  Hacer contra el pueblo de Venezuela lo que sufrimos los panameños no tiene nombre! Esas son las contradicciones que generan situaciones peores para luego lamentarnos con hipocresía.
Aunque para algunos estos temas no traen votos, la imagen del país en los foros o actuaciones internacionales habla por quienes somos.  Nuestro país no es neutral, el Canal lo es.  Por ello, podemos articular política exterior coherente y teniendo como músculo importante lo que somos hoy.  Nuestras vivencias para llegar a ser el país que somos, con nuestra posición geográfica como valor agregado a nuestra condición de país, debiera imponer sensatez y sentido.  La solidaridad internacional ha sido importante para nosotros, así como la indiferencia nos ha jugada terribles pasadas.  De las dos se ha nutrido nuestra historia. De allí mi reclamo solidario. 
La situación venezolana, al margen de todo derecho, demanda de nosotros y del Continente una política exterior activa en la práctica y coherente con la historia.  No hacerlo es, simplemente, un artificio más, en medio de la gran contradicción entre el ser y el deber ser del Gobierno Varela.

José Raúl Mulino Q.

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