¡Que salgan Reynaldo y la HP!

¡Que salgan Reynaldo y la HP!

¡Que salgan Reynaldo y la HP!

Por: Juan Pritsiolas/ Crítica -

Reynaldo, un hombre con rostro desconocido que representa al típico panameño quemón, ese de los amores perros que utiliza los fríos cuartos de los “push button” para darle rienda a las pasiones de la carne, se transformó esta semana en un fenómeno de las redes sociales.

Con una filmación de 15 segundos o “micromomento”, el “puto” Reynaldo opacó la inversión de $1 billón que hizo “El Patrón” Stanley Motta con AES para una planta de gas; los anuncios del mandatario Juan Carlos Varela sobre los proyectos del Metro del Oeste y el 4.° puente sobre el Canal por $3 mil millones y hasta el nuevo capítulo de la extradición de “El Loco” Ricardo Martinelli.

Los tres eventos fueron transmitidos en vivo por TVN, Canal 11 y por todos los noticieros de la televisión en “prime time”. Reynaldo –o mejor dicho su mujer- utilizó un celular gallito para filmar su búsqueda en el “push” y si acaso gastó 10 centavos para subir el video a Twitter, Facebook, Whatsapp e Instagram, o a lo mejor le salió hasta gratis si se pegó al wifi.

Lo cierto es que el miércoles y jueves la comidilla fue #ReynaldoEnElPush, un video en el que se aprecia a una mujer histérica, pateando las puertas eléctricas de los estacionamientos de varias habitaciones en una casa de cita no identificada. Ella buscaba a su macho, a su hombre, a su perro, que estaba arropado y gozando a otra o lo gozaban a él.

El video se volvió viral; tendencia, como lo llaman los que miden y miden métricas de las redes sociales como los “paisas” Margarita Ramírez y Juan Felipe Ibáñez; la vaina es que todo el mundo tenía que ver con Reynaldo.

¡La hijueputa que se pare bonito!

"¡Sal de donde estás, te voy a llevar al Tribunal! ¡Sal Xuxa, Reynaaaaaldoooooo!", gritaba la mujer. Las imágenes, tomadas desde el celular que ella misma cargaba en una mano, la enfocaban de un lado a otro, descontroladamente, mientras le daba patadas a las puertas, tratando de detectar una voz, o al menos una respiración del otro lado.

"¡Sal, y la hijueputa que está contigo que se pare bonito! Sal ya de ahí que voy a llamar a tu papá y tu mamá", volvió a reclamar. "¡Sal Reynaaaaldo!... dame la cara".

Junto a ella se escucha a quien aparenta ser un miembro de la seguridad del “push button”. El pobre hombre no sabía cómo manejar la situación. "Vas a dañar las puertas”.

Por cierto, Reynaldo nunca se atrevió a asomarse, el tipo se metió el rabo entre las piernas –bueno, es que todo hombre lo tiene allí colgando- o como Marlene, Valerie y Huertas gritaron en la redacción: ¡el pipi se le encogió! del miedo o a lo mejor ya estaba flácido tras haber completado su misión sexual.

La mujer salió a defender su alma gemela u otra mitad como alegan los Kabbalistas o los libros de Paulo Coelho. Ella quería a su hombre para sí sola; no pretendía que fuera un Uber de tiempo compartido.

Así las cosas, un sujeto anónimo en una situación de bochorno se convirtió en figura pública, o fue el mecanismo de escape de los panameños para descargar el motete de estrés que llevan sus espaldas.

El hecho también demuestra el poder de las redes sociales; es parte de la llamada revolución digital donde lo único predecible es que cualquier cosa puede pasar; donde una filmación millonaria puede ser vista por unas cuantas personas y un video de mala muerte que demuestra la jocosidad del panameño, se transforma en algo viral.

Google y Reynaldo

Hace unos días Giovanni Stella, gerente general de Google para Centroamérica y el Caribe, destacó en un seminario en la Cámara de Comercio lo impredecible del mundo digital, por lo que se requiere “pensar diferente…hacer cosas diferentes e innovar. Hay que apuntar a la Luna”.

El problema que siempre he notado es que a la gente le cuesta ejercitar la mente; somos muy mecánicos, no nos gusta salir de la zona de confort. Eso es fatal para lo que viene en materia de avances para los próximos años y peor para muchos que permanecen con ideas de la edad de piedra.

Los “trogloditas” digitales tienen que modernizarse, porque los tiempos se lo exigen: cada mes hay en Panamá 250 millones de búsqueda a través de Google; al día un panameño común observa 150 veces su celular. ¡Coño, hasta para hacer el sexo ya la gente se conecta…no carnalmente, sino al bendito o al maldito celular!

Si alguien ahora quiere saber de “push button” solo lo busca en su celular o en su pc y le sale todo y hasta la historia de Reynaldo.

Leyendas de “push”

Pero hay historias o leyendas urbanas que no salen todavía en Google. Como el que la gente llega en taxi o hasta a pie al “push”. Se mete en un cuartito que tiene una puerta enrollable, aprieta un botón para descender el portón, por una rajita – la de la puerta de madera (no la otra) que da acceso a la habitación- mete los $12 o más que cuesta la habitación y allí usted tiene dos horas para dormir o gozar. Cuando se le termina el tiempo le avisan con una llamada telefónica; si usted es de los que se demora más de la cuenta le van tocando la puerta.

Usted aborda su auto; llama su taxi que ya lo espera afuera, o sale caminando. Pero hay unos minutos que usted como que se queda preso mientras los que asean las habitaciones revisan si la pareja no se llevó un espejo, el lavamano o rompió algún mueble por andar practicando un Kamazutra extremo. Para tipos claustrofóbicos como yo, ese tiempo es una eternidad; sudo o me pongo pálido; me recupero cuando los de adentro se conduelen y levantan poco a poco la maldita puerta.

Un dato de vida y muerte: nunca deje el motor de su auto encendido mientras está dentro de la habitación del “push button”, puede inhalar monóxido de carbono, que lo manda silenciosamente al más allá. Ya se han dado varias muertes en Panamá por esta causa.

Un consejo final. Tenga cuidado si llega a pie al “push”. Desde lo alto de la Línea 1 del Metro se observa todo el movimiento de autos en los moteles ubicados a lo largo de la llamada vía Láctea. Yo tengo una teoría sobre lo que le pasó a Reynaldo. Su mujer iba en el metro y desde lo alto vio a su hombre entrando al cuarto, se disparó hacia el motel y comenzó la historia: ¡Sal Xuxa, Reynaaaaaldoooooo!".

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