Arbolito

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Por querer reforestar a mi manera… ¡casi me arresta un policía! Motivado por la necesidad de sembrar árboles en Panamá y evitar que el cambio climático nos afecte, hace muchos años decidí sembrar arbolitos. Descubrí que el asunto no es fácil. Primero hay que ver en qué lugar se pueden plantar esos árboles. Segundo, qué tipo de árboles hay que usar. Tercero, quiénes, cuándo y cómo se va a realizar la reforestación.

Escogí la orilla de la autopista Arraiján- La Chorrera. Es un lugar público que nadie le da importancia forestal. Observé que había que sembrarlo a varios metros de la carretera. Así no lo cortaría la máquina que pasa recortando la hierba a orilla de la vía. Sobre qué tipo de árbol recordé lo dicho por mi padre: "hay que reforestar con árboles frutales. Se beneficiarán las personas y animales que comerán esos frutos". Él sugería mangos, marañón y mamón. Elegí el de mango.

No fue tan difícil ni caro comprar varios plantones de mango de calidad. Haría las siembras solo para no molestar a otros. El día sería el sábado en la mañana. Para realizar el acto llevé una pala, machete, un pico y botellas de agua. Todo lo planificado en varios días se derrumbó en menos de 10 minutos. Lleno de entusiasmo estacioné al borde de la autopista, macheteé la hierba hasta encontrar un sitio adecuado. Comencé a cavar un hueco con el pico. Emocionado sembré el plantón cuando escuché gritos que me pedían que saliera de una vez del monte.

Un policía extrañado con lo que pasaba me obligó a decirle qué estaba haciendo yo metido en el monte con pico y pala. Le expliqué mi deseo de ayudar a la naturaleza de mi Patria. No entendió y me dijo que no sembrara nada y fuera a otro lado. ¿Se imaginan ustedes cómo estaría ahora la autopista llena de arbolitos frutales? Esa actitud mía vino del ejemplo que hizo mi padre en el pequeño pueblo colombiano en que nació. Cuando fue maestro de primaria pidió a los niños que trajeran las pepas más grandes de la fruta que más les gustara.

Los sábados iba con sus alumnos a sembrarlas en las cercas de los potreros porque allí no dañarían esas plantas. Sobre reforestación mi mente se fue por "el túnel del tiempo". Recordé que en los años 60 me dijeron en Chile que una vez reforestaron un cerro en una comunidad muy humilde con arbolitos finos. Pocos días después habían desaparecido. ¿Qué pasó? Los moradores pobres cercanos al cerro hurtaron los arbolitos y se fueron a venderlos a las casas de gente con dinero. Aquí en Panamá los tiempos han cambiado en esto. Ojalá se puedan sembrar los miles de arbolitos como han dicho las autoridades. No debo olvidar que en la Universidad sembrarán 80 guayacanes por los años de su existencia…

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