Capacitar

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Tuve un sobresalto cuando la joven me dijo que el aceite de freno era lo mismo que el de la transmisión automática. Comprendí que no estaba suficientemente capacitada para darles servicio a los vehículos que iban a la gasolinera de ese sitio turístico. Recordé que meses atrás allí mismo, un jefe estuvo supervisando la atención de mi vehículo porque la empleada era nueva. Al final hubo que indicarle a la joven cómo hacer su trabajo. Vinieron a mi memoria cantidad de incidentes negativos por culpa de la falta de capacitación a ciertos empleados. En eso de los automóviles una vez me molesté porque la dama que iba a venderme unas llantas lo único que sabía de ellas era que estas son redondas. Al señalarle al gerente lo sucedido me dijo que las mujeres también tenían derecho a vender llantas, actividad que antes era de los varones. Esto no es asunto de sexo, sino el saber lo que se está haciendo. Molesto me fui a otro lugar donde me contestaron las interrogantes que tenía sobre las llantas. Esto no solo ocurre con los vehículos. La nueva secretaria de un destacado médico no tenía idea de cómo hacer su trabajo. Por sus errores varios pacientes sufrieron demoras, citas suspendidas, exámenes tardíos, etc. La excusa del jefe era que ella debía aprender. Señalé que estaba de acuerdo, pero que no tenían por qué ser afectados los pacientes, y dejé de ir a la consulta. En una farmacia, el nuevo profesional no sabía dónde estaban las medicinas. Esto le quita la confianza a cualquiera. Pedí al farmaceuta que me atendiera, no fuera a ser que me dieran un medicamento equivocado. La excusa fue la misma. “Él tiene que aprender”. En otra farmacia me iban a cobrar 70 dólares de más, porque la cajera no estaba suficientemente capacitada. En esto de cajeras practicantes se lucen algunos supermercados. No es de extrañar que le cobren dos veces un producto, o no sepan qué tecla tocar para un descuento. Si vamos a los restaurantes, a veces nos sirven comidas medio crudas o mal preparadas. Una vez tuve una discusión con el dueño de un restaurante porque me sirvieron un falso sancocho. Muchas amas de casa han tenido que enseñar a sus empleadas domésticas cómo hacer una cama y un huevo frito. A un nivel más alto hay ingenieros que nunca han puesto un bloque y expertos en el agro que tampoco saben sembrar una mata de yuca. Pero el colmo de los colmos son los diputados. Algunos no tienen idea ni en qué sitio están parados, como dicen allá en Jorones de Soná de Veraguas.

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