Cárcel

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Parecía que el tiempo se había detenido. Era más de la una de la tarde, y una fría brisa nos invitaba a dormir la siesta. Enfrente varios pájaros tenían un concierto. Como estaba nublado algunos gallos cantaban pensando que comenzaba la noche. Enormes árboles con más de medio siglo daban una sensación de que los años no pasan por este lugar. Grupos de flores nos alegraban la vista y un aroma a café recién colado nos transportaba al paraíso. ¡Esto no es una cárcel!, grité. Pocas horas antes los medios de comunicación señalaban que habían dado país por cárcel a funcionarios del gobierno anterior. Esto lo comenté con un desconocido, quien estuvo de acuerdo con mis palabras. Nos encontramos haciendo turismo interno en Volcán, uno de los mejores lugares para vivir en Panamá. Pero no podíamos alejarnos de aspectos negativos de la realidad. Aquellos que cometieron delitos deben pagar en la cárcel lo que hicieron. A los inocentes no hay que perseguirlos. Recordé que por muchos años las cárceles panameñas eran tumbas de hombres vivos. Añada que a veces han sido universidades del crimen. Se entraba por un robo pequeño y se salía sabiendo cómo asesinar. En esa época no existía país ni casa por cárcel. Muchos temían ser encarcelados porque la “pasarían mal”. Por supuesto que los que estaban allí eran “hijos de la cocinera”. Los delitos de “cuello blanco” no iban a esos sitios. Los tiempos han cambiado… Para nadie es una condena vivir en este país que tiene muchos lugares hermosos que en ocasiones los panameños no conocemos. Escuchamos a alguien decir que los extranjeros a veces conocen mejor a Panamá. Y hablan bellezas. Pareciera que muchos panameños sufrieran de un complejo anti patria. Todo aquí para ellos es malo. No importa quién esté en el gobierno, sencillamente no sirve. El interior es discriminado porque se le considera inferior. Si no son “cholitos” serán gente de bajo nivel cultural. Caminar por un ajetreado centro comercial es mejor que transitar por senderos llenos de árboles y bellezas. Circular por calles atiborradas de choferes neuróticos es preferible que estar en poblados sin semáforos. Como sigan dando país por cárcel todos los que vivimos aquí seremos vistos como delincuentes. (“Áyala peste”)

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