Declinar

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El anuncio hecho por Rómulo Roux, en el sentido de que disputará la presidencia del opositor partido Cambio Democrático (CD) a su fundador y líder máximo, Ricardo Martinelli, debe verse a la luz de una estrategia oficialista que resulta inaceptable para el rejuego democrático, ya que lo que en la práctica busca es entronizar la política de divisionismo y debilitamiento del que se ha constituido en el único partido de verdadera oposición en el país.

Voces autorizadas de ese colectivo han dicho sin ambigüedades que la postura asumida por Roux equivale a la traición más descarnada y a la entrega de un CD debilitado por luchas intestinas, cual cabeza cortada del Bautista a los caprichos de la Salomé gubernamental.

Lo cierto es que Roux debe meditar en su futuro inmediato, ya que de no lograr su pretensión, su carrera política terminará sepultada bajo los votos del rechazo de la inmensa mayoría de los convencionales de CD y bajo el signo de la traición frustrada.

Si, por otro lado, lograse su propósito (un escenario difícil, pero no imposible), el costo político sería enorme, ya que provocaría el debilitamiento del colectivo porque sabido es que líderes y bases del partido no aceptarán un liderazgo de quien acusan de mantener vínculos políticos y familiares con el varelismo en el poder.

En la presente coyuntura, lo más correcto y honorable que puede hacer Roux es declinar por inconveniente su pretensión, ya que en el momento presente, lo que se requiere es la unidad y no la división, que fortalece a los enemigos de la democracia.

Para amplios sectores ciudadanos, CD con Ricardo Martinelli al frente como inspirador e ideólogo de grandes realizaciones nacionales es la alternativa en el 2019. Si se insiste en llevar agua al molino de la división, se estropeará esta aspiración popular.

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