¿Estamos preparados?

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En muchas ocasiones se ha dicho que Panamá es tierra bendecida por Dios. Otros más exagerados aseguran que “Dios es panameño”; lo cierto es que, históricamente, en el Istmo han sido pocos los eventos naturales de gran magnitud.

Salvo un fuerte terremoto que se dice ocurrió por 1700 y tantos, el sismo en Chiriquí en la década del 30, el terremoto de Bocas del Toro a principio de los 90, Panamá se ha visto relativamente libre de estas catástrofes.

Empero, hoy la realidad es otra, ante la ocurrencia de desastres naturales en diversas partes del mundo, la pregunta obligada es ¿están preparadas nuestras autoridades de protección civil?, ¿está educada la ciudadanía sobre qué hacer en un evento de este tipo? Indudablemente, la respuesta es: no.

México es uno de los países de América Latina que tiene un sistema de protección civil formado y con experiencia en este tipo de situaciones, pero lo más importante es que sus ciudadanos están concienciados para actuar en situaciones dramáticas y servir de apoyo a las autoridades.

Es evidente que el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), con el correr de los años, ha crecido y se ha profesionalizado, diversos directores han aportado su granito de arena para hacer de la institución un ente operativo y eficaz.

Eso es bueno, pero a la luz de los acontecimientos mundiales, no debemos dormirnos; al Sinaproc hay que dotarlo de recursos materiales y humanos que le permitan dar una respuesta rapidez y eficaz -Dios no lo quiera- en caso de que tengamos un sismo o un tsunami.

Igualmente, hay que educar, con campañas permanentes, a los panameños en qué hacer si se produce un movimiento telúrico. Como país, debemos estar preparados para todo.

Que nuestros conciudadanos dejen la vagabundería de ir a la Cinta Costera a esperar tsunamis cada vez que se anuncian, esto es serio.

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