Gata

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Ruidos extraños me hicieron ver por la ventana de la casa al patio delantero. En el suelo estaba una gata negra siendo mordida por dos perros. Grité para que se fueran y logré ahuyentarlos. Esa gata negra no tiene nombre ni familia humana que la atienda. Es una simple callejera que había “adoptado” la parte delantera de la vivienda. A cada rato la correteaban perros, pero muy hábil se trepaba al techo del garaje del auto y se ocultaba bajo el vehículo. Disfrutaba la sombra de la veranera. Mi esposa y yo hacíamos ruido para alejar a la gata. Temíamos que se “almorzara” a las palomas “tierreritas” que anidan en el tejado. Comprendíamos que esa era su naturaleza…

Esa tarde ¡los perros la alcanzaron! Cuando me enteré la pobre no podía defenderse de los violentos agresores. Había en ellos tanta furia que hasta pensé que “podían estar drogos” (¿?) No había pasado mucho tiempo cuando otra vez se dio la agresión. Expulsé a los perros a gritos y la gata se refugió bajo el auto. Pensé que hasta allí llegaría la situación. Poco después volvieron los perros a maltratarla. Arrastrándose la gata se dirigió al pie de la veranera. Temiendo que se asustara fui a su lado y le hablé con voz de “cariño”. Luego busqué algo de leche para reanimarla pero no se la tomó… Sus ojos perdieron el brillo y murió… (los míos se llenaron de lágrimas…) Viendo el cuerpo de la gata comprendí lo sucedido. Resulta que estaba preñada y por eso no tuvo agilidad para escapar.

Al disponer de su cuerpo lo hice con respeto… Lo sucedido no he podido eliminarlo de mi mente por días. Incluso tomé ese ejemplo de los animales para filosóficamente aplicarlo a la vida panameña actual. Pensé que los sicarios tienen la misma conducta de los perros que mataron a la gata. Siempre he dicho que el peor animal que hay en este planeta es el hombre. Algunos matan por placer y dinero. Otros por descontrol emocional. Claro que no acepto que la naturaleza de los seres humanos sea de violentos. Pero revisen las vidas de ciertos delincuentes y notarán que su conducta es más de animales que de humanos. También pensé que es lamentable que algunas personas mueran sin escuchar siquiera una voz amigable cuando dejan esta vida.

Ojalá Panamá no continúe con la violencia actual, que las autoridades no pueden controlar. Gran parte de nuestra población tiene que esconderse en sus viviendas. Tenemos miedo a ser asaltados y muertos por salvajes que no merecen llamarse seres humanos. (Dice el Cholito Mesero que no todos los perros son malos).

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