Infiltrados

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

La primera vez que vi a un “infiltrado” tenía diecisiete años, en mayo de 1958. Era estudiante graduando del Instituto Nacional y ese día se organizaba una marcha pidiendo “más escuelas y menos cuarteles”. Bajaba una escalera del Nido de Águilas junto con otros estudiantes para dirigirnos a la calle. De repente apareció una persona que tenía pantalón azul y camisa blanca, uniforme de los de segundo ciclo. Me llamó la atención que su rostro mostraba algo de barba, muy raro en los adolescentes.

El sujeto trató de detenernos diciendo que había que “darle contenido a la protesta”. Que el principal enemigo del pueblo panameño era el “imperialismo yanqui” y por eso debíamos marchar hacia la Zona del Canal. Le grité que quién era él. Dijo que un graduando. Señalé que era graduando y no lo conocía. Dirigí a los compañeros hacia la calle y no la Zona del Canal. Más tarde, durante la marcha, el mismo sujeto apareció con otros y una pancarta contra los gringos. Alguien tomó fotos de ellos. Años más tarde supe que era un infiltrado del comunismo panameño. Como no tenían poder de convocatoria para protestar contra los norteamericanos, trataban de aprovecharse de los movimientos estudiantiles. (Al caer el comunismo ruso, se supo que ellos respaldaban con recursos a grupos izquierdistas de este país…). En esa época llegaron a mis manos unos folletos españoles en los que se enseñaban tácticas para infiltrarse en reuniones y sabotearlas. Confieso que con mis amigos Luis Shirley y Adolfo Ahumada una vez pusimos en práctica esas técnicas y acabamos con una reunión de no sé qué grupo que nada tenía que ver con nosotros. Por más de cincuenta años he conocido diferentes casos de infiltrados. Desde mítines políticos de partidos, saboteados por contrarios, hasta los peligrosos sujetos de la dictadura militar que se hacían pasar por civilistas. Cualquier persona que organice mítines y marchas debe saber que estará expuesto a la acción destructiva de esos sujetos.

¿Cómo se les puede controlar? Hay que tener cuerpos de seguridad en las multitudes. Tomar medidas rápidas para neutralizarlos, aunque en Sociología se sabe que esto es difícil. Es lamentable que haya estos sujetos, incluso en las democracias. Peor es que a veces los infiltrados son utilizados por gobiernos que no desean oposición. (Dice el Cholito Mesero de Santana que ahora botan el agua que sobra en el Canal… y que ojalá en unas semanas no les haga falta por la sequía).

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