La crisis del 87

La crisis del 87

La crisis del 87

Por: Roberto Díaz Herrera Coronel retirado -

(A los personajes de la Historia hay que observarlos muy de cerca y juzgarlos muy de lejos).

A 30 años de los eventos que estremecieron a Panamá, es obvio que los que hoy frisan entre los 30 y los 50 años eran niños, adolescentes o apenas teniendo cédulas. La crisis de 1987 fue registrada por los medios locales “como una pelea entre dos militares”. Craso error.

Aquellos hechos estuvieron marcados por eventos que sobrepasaban las fronteras. Panamá siempre ha sido una llave geopolítica. Y en aquella época, desaparecido Omar Torrijos, el escenario estaba muy despejado y a favor del Washington de Reagan/Bush padre.

Centroamérica ardía en conflictos duros: Nicaragua en manos de Sandinistas/Fidelistas; en El Salvador las guerrillas del FMLN ganaban cada día terreno al ejército, bien armado este y asesorado por militares argentinos y el esquema del “Plan Cóndor” –el mismo que sacó a Allende en Chile- y dentro del cual Bush y la CIA, ayudados por manos panameñas, uniformadas y civiles, se explotó en el aire al general Omar Torrijos, un aguijón en el talón de Aquiles del régimen republicano, luego de su triunfal estrategia para arrancarle el Canal ayudado por Carter. Ya Reagan como Candidato anterior, había dicho: “nosotros inventamos a Panamá y ese Canal es nuestro”.

Naturalmente, Omar Torrijos no se dejaba manejar como simple marioneta; Bush, real cerebro geopolítico de esa nación, sabía que si bien su Senado le prohibió usar dólares autorizados para derrocar gobiernos de izquierda o matar líderes, él tenía que armar otra trama. La suya es la hoy conocida con millones de informaciones como “El escándalo IRAN/CONTRAS”.

Para esos conspiradores mundiales, “Panamá y su Canal estaban muy cerca de esas hogueras ardientes y rojas”. Y Bush y Omar Torrijos no cabían en el mismo planeta. Punto. Lo demás, que se inicia realmente en septiembre de 1987 con el crimen de Hugo Spadafora, no era asunto para que lo resolvieran los desacuerdos entre Noriega y Díaz Herrera. Eso habría sido muy simple. Panamá ya estaba convertido en una sucursal de los Carteles Colombianos; en los hangares de la Fuerza Aérea se guardaban los tanques de éter etílico con destino aéreo a Medellín o a Cali, sin que la torre de control supiera las coordenadas reales, y Noriega cobraba “peaje y comisiones”.

La empresa INAIR ya era de propiedad del famoso Pablo, el mismo que donó varios millones para instalar el gran laboratorio de procesar la coca en el Darién. Hay muchos etcéteras, largos para este aporte. Washington, la CIA, la DEA y el Comando Sur conocían de todo eso. Lo hacían en sus narices. Al inicio, con la explosión del Twin Other FAP 205, me incliné a pensar en “un accidente”; pero tiempo después el primo Moisés Torrijos, al darme detalles de la operación “Para Derribar al Halcón en Pleno Vuelo”, no nos quedó duda de la conspiración criminal. Noriega está lejos de declarar cosas, que además nunca le ha gustado.

El internet, el YouTube, tienen miles y miles de aclaraciones históricas y bastaría con buscar el link “Jhon Perkings – Asesinato de Omar Torrijos” o la historia del periodista gringo “al que suicidaron” Gary Web para conocer más de esas tramas diabólicas. Lamentablemente, a los panameños les gusta quedarse viendo titulares. ¡LÁSTIMA!

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