Salir del círculo de la pobreza

Por: María López Paniagua Periodista -

Las desigualdades socioeconómicas Norte-Sur siguen en aumento en nuestro planeta. En el año 2025, más de 5,000 millones de personas, es decir, el 70% de la población mundial, vivirá en ciudades pobres. La mayoría de países de Asia, África y Latinoamérica se ven atrapados en un modelo insostenible sin salida a corto plazo.

Gran parte de la responsabilidad de este empobrecimiento recae en los Estados del Norte. Su desastrosa descolonización ha condenado a la mayor parte del planeta a vivir en Estados insostenibles, que carecen de industria, de suficiente personal formado y preparado para puestos clave e infraestructuras competentes. Tras la Primera Guerra Mundial, movidos por un deseo de evitar nuevos conflictos y el rechazo a los imperios colonialistas que habían provocado la mayor guerra conocida, una fiebre nacionalista a nivel mundial avivó las aspiraciones de muchas regiones que no estaban económicamente preparadas para una independencia. Los países del Norte tuvieron que acabar cediendo, en algunos casos con los brazos abiertos, sin valorar las consecuencias negativas que conllevaba abandonar a su suerte a países con una economía y política inestables.

Más de un siglo después y empujados por las presiones del mercado, muchos países se ven obligados a los procesos más atroces, a la deforestación descontrolada, a la explotación masiva de recursos, a la captación desesperada de un capital que les permita sobrevivir a las deudas externas que les ahogan. Son Estados dependientes de los préstamos de los países ricos, viven sostenidos por un crédito internacional que les mantiene a flote, en vez de recibir una inversión internacional que les permita construir infraestructuras, formación para sus trabajadores y mejoras en la tecnología.

La expansión económica de algunos gigantes asiáticos que se han lanzado a la compra masiva de territorios y recursos naturales en el planeta para su explotación exhaustiva y sin vuelta atrás parece solo agravar las perspectivas de los países del Sur.

Entre algunas de las soluciones posibles se incluyen la de responsabilizar a las grandes corporaciones transnacionales de los desajustes que provocan en la economía mundial. La deslocalización, la explotación insaciable de los recursos naturales, la contaminación, el desempleo, la especulación financiera, capaz de desestabilizar países o regiones enteras, son solo algunas de las responsabilidades que podemos exigirles a esas empresas, las mismas que exigen y gozan de las mayores facilidades fiscales y legales para lucrarse en todo el mundo.

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