¿Será que hemos confundido el amor y su práctica?

Por: Camilo Bedoya Pastor cristiano -

Veo hoy un cristianismo que cree que su papel en la sociedad es el de señalar y condenar todo aquello que parece estar mal.

Las redes están plagadas de comentarios por quienes profesan una fe cristiana que más dan apariencia y sensación de odio que de amor. Quizás sea que en la antigüedad el amor era traducido como caridad y tenía la connotación de acción más que de verbalización y sentimiento.

Mateo 28:18-19, en la versión The Message, dice así: Jesús sin dejarse intimidar por las amenazas continuó y les dio este encargo: “Dios me autorizó y ordenó que los comisionara a ustedes: Vayan y entrenen a todo el que se encuentren, lejos o cerca, en esta forma de vida, marcándolos con el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Luego instrúyanlos en la práctica de todo lo que les he mandado a ustedes”.

Los cristianos durante los primeros tres siglos lograron impactar la cultura romana, no por sus juicios, sino por entrenar a otros en una nueva forma de vida marcada por la caridad (amor en acción) y por su decidida instrucción en la práctica de las enseñanzas de Jesús. Influenciaron una sociedad corrupta, injusta, llena de desenfreno sexual y sin afecto natural.

El famoso historiador británico Arnold Toynbee, en su obra “A Historian Aproach to Religion”, narra acerca de una carta que el emperador romano Julián (331-363) escribió a Arsaces, el máximo jefe pagano de Galacia quejándose y testificando de la caridad cristiana que había ganado el corazón de los paganos. Y al mismo tiempo, expone la esperanza de este emperador pagano de imitar la práctica cristiana. Esto es lo que dice: “¿Estamos rechazando enfrentar el hecho de que el ateísmo debe su éxito, sobre todas las cosas, a su filantropía hacia los extraños y a su provisión en los funerales y a su expresión de alta moralidad puritánica?… Es una desgracia para nosotros que a nuestra propia gente, en forma notoria, le falta dar asistencia a nosotros mismos, cuando en la comunidad judía no existe un solo mendigo, y los impíos galileos ayudan no solo a sus propios pobres, pero también a los de nosotros.

Esta práctica de la caridad enseñó el diseño de Dios de la familia, el cuidado por los demás, la honestidad y el valor del trabajo no por enjuiciar, sino por demostrar.

¿Qué pasaría si en lugar de señalar el pecado sexual y corrupción afuera, enseñáramos una forma de vida caracterizada por la caridad, demostrándola?

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