Suicidios: ¿Tabú?

Por: Por: Gabriela Arosemena Montenegro Twitter: @Gabby_aro -

Ciertamente, el suicidio es un tema poco convencional y del cual casi nadie habla, sin embargo, está más que claro que en Panamá existe una crisis a nivel de salud mental, la cual queda evidenciada con sucesos como el reciente caso de Dundunsuá y Ranguliao en el que este último intentó lanzarse de una de las salas de la policlínica Manuel Amador Guerrero en Colón. Hace unos meses, un hombre se lanzó desde el puente de la rotonda de la Roosevelt y murió al instante frente a la mirada de muchos.

Panamá se encuentra de N.° 72 en la lista de los 100 países por su tasa de suicidio con casos reportados de 9 hombres y 2 mujeres hasta el 2008, es decir, hace 10 años. Pero, ¿qué es lo que lleva a una persona a tomar su propia vida? ¿Qué lo lleva a pensar que no hay otra salida para un problema, dolencia, más que dejar de existir? La penuria que un ser humano puede llegar a sentir por determinado tiempo lo puede conducir a tomar una decisión radical como esta.

Muchas de las personas que lo intentan o aquellos que lo han llevado a cabo con éxito probablemente sufrieron en silencio alguna vicisitud potencialmente solucionable, pero no se atrevieron por miedo a ser juzgados, a buscar ayuda por parte de un profesional de la salud mental (psicólogo o psiquiatra) dado que para muchos esto constituye el ser etiquetado como “loco, demente” entre otros términos comunes que son aún más mancillantes para la persona aquejada.

Estudios demuestran que los cuadros depresivos y crisis de ansiedad son cada día más frecuentes en el mundo entero y nuestro país no es la excepción; asimismo son menos las personas que optan por buscar ayuda padeciendo así de condiciones que son potencialmente inhabilitantes en la vida cotidiana y que de agravarse, pueden tener un desenlace fatal como lo son las personas que optan por suicidarse.

La enseñanza que nos dejan este tipo de situaciones es una de solidaridad: ningún ser humano puede tener certeza de lo que piensa o siente otro semejante y por ello, solo nos queda ser empáticos, ofrecer una palabra amable, un gesto noble, pero de no ser posible ninguna de las anteriores, el ofrecer silencio; el simple hecho de aprender a no juzgar es precisamente lo que exhortará a más personas a buscar la ayuda necesaria.

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