Ir por más

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Ir por más

Dicen que cuando se vuelve por otro polvo es porque te gustó el anterior, y les digo que volvería 100 veces para repetir porque este hombre está delicioso. Sabe cómo sacarle la leche a una hembra y ponerla a treparse por las paredes, pidiendo más. ¿Tú sabes que es orinarte del gusto? Venirse como una loca, eso no lo sabía hasta que lo conocí.

Casualidad

Todo fue sin planificación, estábamos en la casa de una amiga y me di cuenta de que a mi amiga se le salían los ojos con este chico, de la manera en que se hablaban era evidente que se habían comido, se conocían de atrás. Quedé intrigada porque éramos muy buenas amigas, y ella no me había contado nada de su nuevo amante.

La ponchera

Ya era de noche y estábamos planeando salir a bailar, pero la conversación se puso picante y decidimos saltarnos el protocolo e ir al mete y saca directamente. Quedamos haciendo un trío, y pronto descubrí con la excitación del “man” por qué mi amiga mantenía el secreto, y era que el chico tenía 3 brazos. Su nene era enorme y hermoso. Lo probé todo hasta la raíz. Nunca había visto algo tan fuerte y duro. Era grueso y sabía a hombre. Las dos lo tallamos con las bocas y lenguas, se lo babeamos todo, lo empapamos con nuestra saliva y lo pusimos a él a suplicar porque le abriéramos las almejas del mar profundo.

A comer

Con toda esa mamadera nosotras estábamos que se nos salía la panocha, la tenía tan hinchada de ganas de ese trozo de hombre que casi me orinaba, lo que pasó después. Primero penetró a mi amiga, quien gritó de placer, avisándole al vecindario lo que estábamos haciendo. La clavó en su estaca mientras me tallaba con su boca mi entrepierna. No tuve que esperar mucho para que me empistonara con su enorne miembro y ahí fue cuando me salió un chorro de orine de la emoción y la lujuria que encendía todo mi cuerpo. Además de grandote, el tipo era aguantador y nos hizo venirnos a las dos varias veces hasta que al final nos regaló a las dos un largo y grueso chorro de crema blanca para que lo aplicáramos a nuestra piel desnuda, como crema de belleza. No está de más decirles que repetimos esos encuentros todo ese año hasta que el chico se tuvo que ir a su país. Quedamos desoladas, aunque pronto encontramos un muy grande sustituto. Pero eso es otra historia que se las cuento otro día.

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