A lo oscuro metió

Por: -

A lo oscuro metió

En medio de la oscuridad yo no podía ver nada, con los tragos que tenía en mi sistema, y la emoción del levante, el chico con el que había calentado motores toda la noche de fiesta y baile, me había metido en un “push button”, apagó la luz y de ahí en adelante solo supe que pasé una de las noches más excitantes de mi vida como hembra devoradora de machos.

El menú

Su lengua se movía con maestría, era evidente que dominaba el arte del baño de la gata, sabía dónde exactamente causaba más calentura, conocía el cuerpo de muchas mujeres y el mío se derretía, caí vencida ante tanta sabiduría en el momento que me chupaba toda, yo esta derrotada, abierta de par en par, entregada, vencida por mi verdugo que preparaba la estocada mortal, y yo la anhelaba, suplicaba porque entrara, mi panocha estaba que se le salían las gotitas, toda húmeda se me mojó toda la peluca de la loca. Pero el chico no coronaba, no la metía y yo sufría deliciosamente por la espera. Se sabia el menú completo para calentar a una hembra.

El final

Entonces el pelaíto pasó de muy lento a muy rápido, y yo sufría, quería que se acabara para explotar en mil orgasmos, pero disfrutaba la espera. Y comenzó el principio del fin. Yo no había podido calibrar el largo y grosor de su armamento, él había tenido mucho cuidado de no revelarse y luego me di cuenta de que fue sabio porque si se hubiera mostrado no sé cómo habría reaccionado. Primero jugó en la entrada y se fue deslizando, sus movimientos de entra y sale me llevaban con cada empujón al más delicioso placer de sentir a ese macho en medio de mí. La emoción aumentaba y en cada empujón entraba una nueva pulgada, esa anaconda parecía no tener fin, y así descubrí que era un monstruo de 10 pulgadas tan grueso como una botella grande de cerveza, de las que nos habíamos tomado más de la cuenta. Era un portento de hombría y yo me lo estaba comiendo solita.

Perdí la cuenta

Cuando se vino me vine junto con él en una explosión de mis jugos y los suyos. Me vine tantas veces que se me perdió la cuenta igual que se me perdió la cuenta del largo y el grueso del tren que me tragué. Así aprendí a no meterme en un “push button” con un cholito panameño con la luz apagada y sin tocarle el miembro para que no me salga la bruja a mí que soy una chica colombiana jactanciosa de ser mucha hembra, mucho tiro para ese ñeque. La sorprendida fui yo.

Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.