Un delicioso sueño

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Un delicioso sueño

Desde siempre tuve la fantasía de comerme a una vecina muy “sexy”. Es una mujer grande y muy coqueta que tuvo varias aventuras con pelaos del barrio y yo no quería ser la excepción. Escuchaba a las viejas hablando pestes de la guial y hasta criticándola porque está muy culona y que tiene las tetas grandes y caídas. En realidad, las vecinas están sangrando por la herida porque esa hembra se comió a varios esposos.

Llegó el momento

Por años me hice “manuela” en su nombre, luego de lujuriarla toda. Después del entierro luego de un velorio al que asistimos los dos, ella terminó invitándome a su casa para recordar a la difunta. En realidad, no le dimos muchas vueltas al pastel, fuimos directo al hoyo. Y esas críticas de que la guial está vieja y ajada son puras patrañas de las envidiosas. No les voy negar que la guial tiene sus añitos, pero encuera no tiene nada que envidiarle a ninguna chiquilla. Yo mismo la empeloté y sentí sus carnes firmes y duras. Saboreé su pocito y lo tiene dulce como cualquier chiquilla de 18. Y huele a mar profunda, es un olor a hembra que todo hombre conoce. Ese olor me volvió loco.

Duro y fuerte

A esas alturas se me babeaba por hundirse en sus carnes. Sentí su humedad y su calor de mujer recibiendo mis empujones sexuales, duro y con mucha fuerza, ella aguantaba parejo no se quejó, es más, quería que la traqueara más duro y más hondo. Yo soy de buena contextura y mi amigo es largo y grueso, creí que la iba a lastimar, pero no, ella se veía que disfrutaba sentirme hondo golpeando allá en el fondo.

Increíble

Cuando estábamos en la fase del martillo golpeando fuerte, ahí creí que terminaría todo, pero no, ahí comenzó ella a mostrar todo lo que le habían enseñado muchos hombres haciéndole el amor. Ella sabía muy bien cuándo parar y cuándo volver a sacudirlo. Era una batidora que se apaga y se vuelve a encender. De esa manera me hizo conseguir el mejor orgasmo de mi vida, sentía que me iban a explotar las bolas. Después de todo me pidió que volviera porque estaba muy sola. Yo volví a disfrutar muchas veces de sus carnes que siempre me dieron todo el menú.

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