Atletismo llora adiós de una leyenda
La rusa Yelena Isinbáyeva, la "Zarina de la pértiga", ha dejado huérfano el atletismo al retirarse, con la medalla de oro al cuello en los Mundiales, tras una brillante carrera que, junto a su eterna sonrisa, la convirtieron en una de las deportistas más admiradas del planeta.
Moscú / EFE.
La rusa Yelena Isinbáyeva, la "Zarina de la pértiga", ha dejado huérfano el atletismo al retirarse, con la medalla de oro al cuello en los Mundiales, tras una brillante carrera que, junto a su eterna sonrisa, la convirtieron en una de las deportistas más admiradas del planeta.
"Mi único rival es el listón", repitió una y otra vez a lo largo de los años la rusa, que cumplió en junio 31, y que dominó de manera aplastante su disciplina entre 2004 y 2008.
La pertiguista de Volgogrado arrumbó la pértiga en su país de origen tras conquistar su tercer título mundial, dejando como legado un historial envidiable: dos oros olímpicos (Atenas 2004 y Pekín 2008) y un bronce (Londres 2012); siete mundiales (cuatro de ellos en pista cubierta) y dos europeos (uno en sala).
No obstante, lo que le granjeó la admiración del mundo fueron sus 28 récords mundiales, sus saltos por encima de la antaño inalcanzable barrera de los 5 metros, sus vuelos que desafiaban la gravedad y su atractivo físico, que atrajeron a miles de personas a los estadios.
Los Mundiales de Moscú registraron, al fin, este martes, una afluencia de espectadores acorde con el rango de la competición, casi todos atraídos por la esperanza de ver, una vez más, triunfar a Isinbáyeva.
Antes de cada campeonato o mitin, los aficionados se aseguraban de lograr una entrada para la jornada en la que se disputaba la final de pértiga femenina ya que con Isinbáyeva el espectáculo y el récord estaban casi garantizados.
En particular, tres saltos encumbraron a Isinbáyeva al olimpo del atletismo: los 5 metros que superó por primera vez un 22 de julio en Lndres; los 5,05 que le proporcionaron el oro en Pekín y los 5,06 que logró en Zúrich en agosto de 2009, actual récord mundial.
"Era muy importante ser la primera en saltar cinco metros. Me habría suicidado si se me anticipa otra", señaló la rusa, consciente de que había pasado a la historia del atletismo.
Los especialistas y los aficionados no se tomaron en serio la pértiga femenina, que sólo se convirtió en olímpica en Sydney 2000, hasta la fulgurante aparición de la rusa, que logró una veintena de récords en sus primeras temporadas entre la elite.
La rusa Yelena Isinbáyeva, la "Zarina de la pértiga", ha dejado huérfano el atletismo al retirarse, con la medalla de oro al cuello en los Mundiales, tras una brillante carrera que, junto a su eterna sonrisa, la convirtieron en una de las deportistas más admiradas del planeta.
"Mi único rival es el listón", repitió una y otra vez a lo largo de los años la rusa, que cumplió en junio 31, y que dominó de manera aplastante su disciplina entre 2004 y 2008.
La pertiguista de Volgogrado arrumbó la pértiga en su país de origen tras conquistar su tercer título mundial, dejando como legado un historial envidiable: dos oros olímpicos (Atenas 2004 y Pekín 2008) y un bronce (Londres 2012); siete mundiales (cuatro de ellos en pista cubierta) y dos europeos (uno en sala).
No obstante, lo que le granjeó la admiración del mundo fueron sus 28 récords mundiales, sus saltos por encima de la antaño inalcanzable barrera de los 5 metros, sus vuelos que desafiaban la gravedad y su atractivo físico, que atrajeron a miles de personas a los estadios.
Los Mundiales de Moscú registraron, al fin, este martes, una afluencia de espectadores acorde con el rango de la competición, casi todos atraídos por la esperanza de ver, una vez más, triunfar a Isinbáyeva.
Antes de cada campeonato o mitin, los aficionados se aseguraban de lograr una entrada para la jornada en la que se disputaba la final de pértiga femenina ya que con Isinbáyeva el espectáculo y el récord estaban casi garantizados.
En particular, tres saltos encumbraron a Isinbáyeva al olimpo del atletismo: los 5 metros que superó por primera vez un 22 de julio en Lndres; los 5,05 que le proporcionaron el oro en Pekín y los 5,06 que logró en Zúrich en agosto de 2009, actual récord mundial.
"Era muy importante ser la primera en saltar cinco metros. Me habría suicidado si se me anticipa otra", señaló la rusa, consciente de que había pasado a la historia del atletismo.
Los especialistas y los aficionados no se tomaron en serio la pértiga femenina, que sólo se convirtió en olímpica en Sydney 2000, hasta la fulgurante aparición de la rusa, que logró una veintena de récords en sus primeras temporadas entre la elite.