Guardiola aguarda con los brazos abiertos a Alcántara

Era 1999, Armstrong ganaba su primer Tour, una joven Britney Spears saltaba a la fama y en una mesa, ante sus padres, Xavi Hernández se debatía sobre

Barcelona / EFE

Era 1999, Armstrong ganaba su primer Tour, una joven Britney Spears saltaba a la fama y en una mesa, ante sus padres, Xavi Hernández se debatía sobre si aceptar la oferta del Milan. Las oportunidades eran pocas y aquel prometedor chico, recién coronado en el Mundial sub-20, a punto estuvo de dejar el Camp Nou.

Hay detalles que pueden cambiar la historia de un club e historias que tienden irremediablemente a repetirse. Catorce años después, el llamado a recoger su testigo deja el Barcelona ante una situación similar, con menos peso del esperado y liderando este verano a España sub-21 para proclamarse campeona de Europa.

El club catalán anunció que Thiago Alcántara ficha por el Bayern de Múnich. Allí le aguarda con los brazos abiertos Pep Guardiola, el técnico que le ascendió del filial y el mismo que hace década y media, siendo entonces jugador, taponaba la progresión de Xavi y provocaba comparaciones en su juego.

Es el ciclo del "4". El de Guardiola, Xavi, Iniesta, Cesc y Thiago. Hoy se cierra la línea de sucesión de esa fabulosa estirpe de organizadores de juego surgidos de La Masia y los extremos se unirán, pero en latitudes bien lejos de las esperadas.

Una salida precipitada, en la forma, por un detalle contractual -la letra pequeña que nadie vio o quiso ver-, pero cimentada en el fondo en la sensación de haber dado un paso atrás este año, que Tito Vilanova nunca ha confiado en él del todo y que las jerarquías han pesado demasiado en este nuevo Bara.

Al no haber alcanzado un 60% de minutos de juego, Thiago veía como su cláusula de rescisión pasaba de 90 a 18 millones de euros. Quizás en otras circunstancias, ni siquiera se hubiera planteado salir, pero su escasa presencia en el equipo titular, solo ya en el tramo final y nunca en partidos relevantes, fue el detonante.

Nacido en San Pietro Vernotico (1991), el deporte le acompaña desde la cuna. Hijo de Mazinho, excampeón del mundo con Brasil, y hermano mayor del también futbolista Rafinha, más que con un pan bajo el brazo, Thiago llegó con el balón en el regazo.

De rostro circunspecto y verbo maduro, su fútbol provoca admiración y desesperación a partes iguales. Siempre con un detalle artístico para la grada, a veces con pinceladas de más que pueden arruinar el cuadro, nunca provocando indiferencia, elegante como un pavo real, animal tan bello y vistoso como barroco y pomposo.

En 2005 recaló en el cadete B del Bara. Era aún juvenil cuando Pep empezaba a reclamarle para el filial y el técnico, ya en el banquillo del Camp Nou, le hizo debutar en Primera en mayo de 2009.

Su ascensión al primer equipo se dio definitivamente en junio de 2011. Escogió por fin su deseado dorsal "4", pero acabó renunciando a él tras la llegada de Cesc ese verano. La compatibilidad entre ambos fue el gran debate de un curso en el que Thiago sentó unas prometedoras bases que debían confirmarse esta temporada.

Pero con Pep fuera del equipo, el problema no ha recaído tanto en la competencia con Cesc, sino en las pocas de rotaciones en el once titular, donde Iniesta, Xavi y Busquets han sido inamovibles.



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