Golazo - 23/10/13 - 10:45 AM
Mascherano reconoció su culpa
A Javier Mascherano no le gustan los tópicos del futbolista común, hasta tal punto que, cuando comete un error individual, es capaz de hacer una feroz autocrítica, una penitencia un tanto insólita entre sus compañeros de vestuario.
Barcelona / EFE.
A Javier Mascherano no le gustan los tópicos del futbolista común, hasta tal punto que, cuando comete un error individual, es capaz de hacer una feroz autocrítica, una penitencia un tanto insólita entre sus compañeros de vestuario.
Ayer, después del encuentro de Liga de Campeones contra el Milan, "el jefecito" apareció ante las cámaras cabizbajo, con la voz rota. Quería dar la cara, aceptar el mea culpa, y lo hizo con una sinceridad absoluta: "El equipo, lamentablemente, ha tenido que sufrir un nuevo error mío. Me duele por el resultado, porque en partidos tan importantes como éste, yo no me puedo permitir este tipo de errores".
"El error" al que se refiere propició el tanto de los italianos en el minuto 9, después de un mal entendimiento con Piqué, que fue aprovechado por un avispado Kaká. El exmadridista asistió a su compatriota Robinho, que batió sin problemas a un Valdés vendido.
San Siro fue el escenario de su reaparición, después de un mes en el dique seco por una elongación en el bíceps femoral, la lesión de moda en el vestuario azulgrana. La escuadra rossonera empezó mordiendo, presionando arriba, ahogando a un Barça destemplado que, hasta el gol de Messi, no se encontró en la cancha.
La del minuto 9 fue la única mancha del central argentino en un encuentro en el que completó 58 pases de 64 -con un 91% de acierto-, cometió tan sólo falta, recuperó cuatro balones y realizó cinco despejes. Fueron las cifras habituales de un fijo en los esquemas de Pep Guardiola, Tito Vilanova y Gerardo Tata Martino, los tres últimos entrenadores que han pasado por el Camp Nou.
"Es un error mío, uno más y ya son varios. Duele bastante, hago mal un despeje. No se pueden cometer estos errores", lamentó el central con alma de centrocampista.
No es la primera vez que el internacional albiceleste escudriña su nivel de juego con esta autoexigencia. Hace apenas un año, el argentino tuvo un inicio de temporada un tanto irregular, en el que salió en la fotografía del gol rival en un par o tres de ocasiones.
A Javier Mascherano no le gustan los tópicos del futbolista común, hasta tal punto que, cuando comete un error individual, es capaz de hacer una feroz autocrítica, una penitencia un tanto insólita entre sus compañeros de vestuario.
Ayer, después del encuentro de Liga de Campeones contra el Milan, "el jefecito" apareció ante las cámaras cabizbajo, con la voz rota. Quería dar la cara, aceptar el mea culpa, y lo hizo con una sinceridad absoluta: "El equipo, lamentablemente, ha tenido que sufrir un nuevo error mío. Me duele por el resultado, porque en partidos tan importantes como éste, yo no me puedo permitir este tipo de errores".
"El error" al que se refiere propició el tanto de los italianos en el minuto 9, después de un mal entendimiento con Piqué, que fue aprovechado por un avispado Kaká. El exmadridista asistió a su compatriota Robinho, que batió sin problemas a un Valdés vendido.
San Siro fue el escenario de su reaparición, después de un mes en el dique seco por una elongación en el bíceps femoral, la lesión de moda en el vestuario azulgrana. La escuadra rossonera empezó mordiendo, presionando arriba, ahogando a un Barça destemplado que, hasta el gol de Messi, no se encontró en la cancha.
La del minuto 9 fue la única mancha del central argentino en un encuentro en el que completó 58 pases de 64 -con un 91% de acierto-, cometió tan sólo falta, recuperó cuatro balones y realizó cinco despejes. Fueron las cifras habituales de un fijo en los esquemas de Pep Guardiola, Tito Vilanova y Gerardo Tata Martino, los tres últimos entrenadores que han pasado por el Camp Nou.
"Es un error mío, uno más y ya son varios. Duele bastante, hago mal un despeje. No se pueden cometer estos errores", lamentó el central con alma de centrocampista.
No es la primera vez que el internacional albiceleste escudriña su nivel de juego con esta autoexigencia. Hace apenas un año, el argentino tuvo un inicio de temporada un tanto irregular, en el que salió en la fotografía del gol rival en un par o tres de ocasiones.