Mundo - 13/1/14 - 10:49 AM
Cementerio de Arlington, lugar de reposo y homenaje a héroes de EE.UU.
Las 252 hectáreas del cementerio acogen más de 400.000 tumbas con los restos de soldados estadounidenses fallecidos en combate, desde los caídos en el conflicto civil hasta los de las recientes guerras de Iraq y Afganistán, así como veteranos y sus familiares.
Washington
EFE
El Cementerio Nacional de Arlington, que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, visitó hoy es el santuario donde reposan los héroes de guerra y algunos de los grandes líderes de Estados Unidos, lo que lo convierte en el camposanto más simbólico del país.
Situado en una colina a orillas del río Potomac en Arlington (Virginia), a las afueras de Washington y cerca del Pentágono, fue inaugurado y establecido como cementerio nacional en 1864, durante la Guerra Civil estadounidense (1861-1865).
Los combatientes estadounidenses fallecidos precisamente en la guerra que enfrentó a España y Estados Unidos en 1898, y que supuso la pérdida para España de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, fueron los primeros muertos en el extranjero que encontraron sepultura en Arlington.
El cementerio tiene un monumento dedicado específicamente a las víctimas de la explosión del buque de guerra estadounidense Maine en la bahía de La Habana, que desencadenó el conflicto, y en el que están enterrados los restos de 165 de los que perdieron la vida en aquel episodio controvertido.
Además, otros dos monumentos están dedicados a este enfrentamiento, el que recuerda la guerra propiamente y el que homenajea a las enfermeras que asistieron al ejército, puesto que esta contienda fue la primera con participación estadounidense a la que se desplazaron enfermeras.
Las 252 hectáreas del cementerio acogen más de 400.000 tumbas con los restos de soldados estadounidenses fallecidos en combate, desde los caídos en el conflicto civil hasta los de las recientes guerras de Iraq y Afganistán, así como veteranos y sus familiares.
El camposanto de Arlington es al mismo tiempo un cementerio en activo, en el que se celebran unos 7.000 entierros cada año, un lugar de homenaje, que se viste de gala en el Día de los Caídos y el Día de los Veteranos, y una atracción turística, que recibe más de 3 millones de visitantes anuales.
Treinta y dos monumentos recuerdan y sirven como escenario para honrar a los fallecidos en los conflictos en que ha participado Estados Unidos a lo largo de su historia, a diferentes colectivos o a los enterrados más ilustres.
El presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy, que descansa junto a sus hermanos Edward y Bob Kennedy, es probablemente el más célebre de los sepultados en Arlington y su tumba, de la que prende desde hace 50 años la conocida "Llama eterna", constituye una de las principales atracciones.
Porque aunque la mayoría son de militares, las austeras lápidas blancas ordenadas en hileras, que han sido inmortalizadas en numerosas postales y películas, corresponden también a políticos, astronautas, científicos y otras figuras prominentes.
Entre los monumentos del cementerio, destaca la tumba del soldado desconocido, donde el presidente del Gobierno español hizo una ofrenda floral, que fue construida después de la Primera Guerra Mundial y consta de un sarcófago de mármol blanco, acompañado de coronas funerarias y tres estatuas griegas que representan la paz, la victoria y el valor.
EFE
El Cementerio Nacional de Arlington, que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, visitó hoy es el santuario donde reposan los héroes de guerra y algunos de los grandes líderes de Estados Unidos, lo que lo convierte en el camposanto más simbólico del país.
Situado en una colina a orillas del río Potomac en Arlington (Virginia), a las afueras de Washington y cerca del Pentágono, fue inaugurado y establecido como cementerio nacional en 1864, durante la Guerra Civil estadounidense (1861-1865).
Los combatientes estadounidenses fallecidos precisamente en la guerra que enfrentó a España y Estados Unidos en 1898, y que supuso la pérdida para España de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, fueron los primeros muertos en el extranjero que encontraron sepultura en Arlington.
El cementerio tiene un monumento dedicado específicamente a las víctimas de la explosión del buque de guerra estadounidense Maine en la bahía de La Habana, que desencadenó el conflicto, y en el que están enterrados los restos de 165 de los que perdieron la vida en aquel episodio controvertido.
Además, otros dos monumentos están dedicados a este enfrentamiento, el que recuerda la guerra propiamente y el que homenajea a las enfermeras que asistieron al ejército, puesto que esta contienda fue la primera con participación estadounidense a la que se desplazaron enfermeras.
Las 252 hectáreas del cementerio acogen más de 400.000 tumbas con los restos de soldados estadounidenses fallecidos en combate, desde los caídos en el conflicto civil hasta los de las recientes guerras de Iraq y Afganistán, así como veteranos y sus familiares.
El camposanto de Arlington es al mismo tiempo un cementerio en activo, en el que se celebran unos 7.000 entierros cada año, un lugar de homenaje, que se viste de gala en el Día de los Caídos y el Día de los Veteranos, y una atracción turística, que recibe más de 3 millones de visitantes anuales.
Treinta y dos monumentos recuerdan y sirven como escenario para honrar a los fallecidos en los conflictos en que ha participado Estados Unidos a lo largo de su historia, a diferentes colectivos o a los enterrados más ilustres.
El presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy, que descansa junto a sus hermanos Edward y Bob Kennedy, es probablemente el más célebre de los sepultados en Arlington y su tumba, de la que prende desde hace 50 años la conocida "Llama eterna", constituye una de las principales atracciones.
Porque aunque la mayoría son de militares, las austeras lápidas blancas ordenadas en hileras, que han sido inmortalizadas en numerosas postales y películas, corresponden también a políticos, astronautas, científicos y otras figuras prominentes.
Entre los monumentos del cementerio, destaca la tumba del soldado desconocido, donde el presidente del Gobierno español hizo una ofrenda floral, que fue construida después de la Primera Guerra Mundial y consta de un sarcófago de mármol blanco, acompañado de coronas funerarias y tres estatuas griegas que representan la paz, la victoria y el valor.