Tensión en el diálogo
En un primer encuentro marcado por la tensión, el presidente nicaragüense Daniel Ortega participó ayer de un diálogo nacional con diversos sectores para buscar una solución a la crisis política que atraviesa el país y que ha provocado la muerte de más de 60 personas.
Acompañado de su esposa, la vicepresidenta y vocera del gobierno Rosario Murillo, el gobernante llegó a las instalaciones del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, al oeste de Managua, rodeado de un dispositivo de seguridad de más de 500 efectivos antimotines.
“¡Asesinos, asesinos, asesinos!”, les gritaron a coro decenas de activistas y manifestantes apostados en la entrada del sitio mientras la caravana de seguridad rodeaba los vehículos en los que se trasladaba la pareja presidencial.
Del diálogo participan el gobierno, estudiantes y representantes de la sociedad civil y el sector privado.
Después de escuchar el himno nacional y las palabras de bienvenida de la Conferencia Episcopal, que es mediadora y testigo de las conversaciones, se le dio la palabra a Ortega. Pero Lester Alemán, uno de los dirigentes de los estudiantes, lo interrumpió antes de que comenzara a hablar para exigirle el fin inmediato de la represión de las protestas populares.
“Ordene ya, en este mismo momento, el cese de la represión de la policía, de las fuerzas paramilitares, de las turbas de su partido que nos han estado masacrando y matando”, dijo el joven.
El jefe de Estado respondió que el hecho de llegar al diálogo era una muestra de buena voluntad y que le dolían las muertes producidas durante las protestas.
“La policía no está para reprimir la protestas sino para evitar el caos y es lo que hemos hecho, porque no es posible que anden atacando cuarteles de la policía, porque no son angelitos los que andan ahí”, enfatizó Ortega en medio del griterío de los estudiantes.