Caminar con una gran cruz para agradecer al Cristo Negro

Este año es la primera vez que Claudio Morán camina cargando la cruz. Lo hizo toda la noche y casi todo este viernes para llegar a Portobelo, en un recorrido de unos 65 kilómetros.
 Claudio Morán carga una cruz como penitencia durante su peregrinación a la Iglesia de San Felipe para rendir culto al Cristo Negro de Portobelo.

Claudio Morán carga una cruz como penitencia durante su peregrinación a la Iglesia de San Felipe para rendir culto al Cristo Negro de Portobelo.

Por: Panamá / EFE -

Panamá- A las 10.30 de la noche del jueves Claudio Morán Salas, un panameño de 33 años, salió de la localidad de Nuevo San Juan cargando una cruz de unos tres metros rumbo a Portobelo, a donde llegó este viernes en la tarde para agradecer al Cristo Negro porque tiene salud y una familia unida.

Este hombre delgado, ataviado de morado y sudoroso, relata a EFE que desde que tiene memoria, e incluso antes, cuando su madre lo llevada en brazos, viene cada año al pueblo de Portobelo, situado a orillas de las prístinas aguas del Caribe panameño, a venerar la imagen del Cristo Negro en la iglesia de San Felipe.

"Yo camino todos los años para darle gracias al Cristo Negro por la salud, por la familia y que cada año sea mejor", afirma Morán mientras camina con la gran cruz de madera a cuestas este viernes, un día nublado y ventoso para bien del río de peregrinos que se dirigían a Portobelo.

Este año es la primera vez que Claudio Morán camina cargando la cruz. Lo hizo toda la noche y casi todo este viernes para llegar a Portobelo, en un recorrido de unos 65 kilómetros.

Y ha sido "primeramente para darle gracias a Dios" porque pese a "todos los problemas" causados por la pandemia de la covid-19, él y su familia están "aquí con vida y salud".

Y segundo, "claro no es lo mismo, para sentir el dolor que él (Cristo) sintió por nosotros al morir en la cruz, y para agradecerle que él dio su vida por nosotros", explica conmovido.

"Esta cruz la hicimos mi papá, mi tío y yo. Ellos van allá adelante. Todos los que ves ahí son mi familia", comenta el peregrino, que reafirmó que mientras tenga "vida y salud", caminará cada octubre para agradecerle al Cristo Negro de Colón.

PENITENCIAS E ICONOGRAFÍA RELIGIOSA

La pandemia apagó durante dos años la peregrinación a Portobelo, que este año ha vuelto a recibir a los devotos, algunos de ellos penitentes que recorrieron trechos arrastrándose por el piso o dejando caer cera caliente en su espalda.

"¡A todos los peregrinos que el Nazareno los bendiga, que vamos pa'lante!", manifiesta Morán, quien ante la imposibilidad de llegar a Portobelo en el 2020 y 2021 a causa de la pandemia, realizó con su familia novenas y una pequeña procesión en su casa, según relató a EFE.

La pequeña calle principal de este pueblo costero exhibía este viernes ventas de íconos del Cristo Negro de todos los tamaños, estampitas de santos, flores. También había venta de comida y bebidas.

Las autoridades aseguraron que desplegaron unos 600 agentes policiales para resguardar al pueblo y sus alrededores.

Entre el jueves y este viernes, cuando en la noche el Cristo Negro sale de la iglesia en procesión, más de 15.000 personas habían pasado los puestos de control para llegar a esta localidad costera, según cifras difundida por los medios locales.

UNA LARGA Y QUERIDA TRADICIÓN EN PANAMÁ

La imagen del Cristo Negro, venerada desde 1658, se encuentra en Portobelo, un pueblo del Caribe panameño ubicado a 100 kilómetros de la capital que fue célebre durante la época colonial porque desde allí los españoles embarcaron hacia Europa la mayoría de las riquezas procedentes de la conquista de América.

Según los historiadores, la imagen esculpida en madera negra con una túnica morada fue rescatada de las aguas del Caribe por un indígena en vísperas de que se desatara una epidemia de viruela, que cesó cuando el pueblo le rogó protección, el 21 de octubre de 1658.

Otra versión de la fiesta es que la imagen llegó a Portobelo a bordo de un galeón español con el objetivo de ser trasladada a Perú o Colombia, pero las violentas ráfagas de viento y lluvia provocaron que los marineros desistieran de zarpar y optaran por dejarla allí. EFE 

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