Chantaje italiano
Los italianos Mauro Velocci, exrepresentante en Panamá de la compañía Svemark, y Valter Lavítola, exmano derecha del ex primer ministro Silvio Berlusconi, armaron una trama para presuntamente
Los italianos Mauro Velocci, exrepresentante en Panamá de la compañía Svemark, y Valter Lavítola, exmano derecha del ex primer ministro Silvio Berlusconi, armaron una trama para presuntamente ofrecer un helicóptero a un hijo del mandatario Ricardo Martinelli, para utilizar esa grabación montada para un posterior chantaje.
Este dúo dinámico italiano buscaba armar una trampa a Ricardo Martinelli hijo, para forzar al Estado panameño a la firma de un contrato por $176 millones para la construcción de cárceles modulares, proyecto que fue rechazado por el gobierno de Martinelli.
El propio Angelo Capriotti, presidente y accionista principal de Svemark, declaró a las autoridades italianas que "Lavítola había ordenado a Velocci simular la adquisición de un helicóptero con interiores Hermes como un regalo al hijo del presidente Martinelli, pero sin que el hijo del presidente supiera nada de dicha absurda adquisición. Esta simulación tenía solamente un motivo: hablar al teléfono con él para (grabarlo) y chantajear al presidente".
Velocci hizo escuchar a Capriotti la grabación sobre el tema del helicóptero y en ella el hijo de Martinelli respondió que "no entendía el sentido de la llamada hecha por Lavítola", manifestó el presidente de Svemark.
Las declaraciones de Capriotti ante la justicia italiana son parte de las pruebas que tiene a su favor Martinelli (hijo).
Capriotti en una declaración de más de 20 páginas, describió toda la operación que pretendían instalar en Panamá y contó cómo Velocci le reveló cómo había planeado con Lavítola todo para extorsionar al presidente panameño, porque el negocio de las cárceles había perdido interés de parte de las autoridades locales.
“El poder de Lavítola que permitía obtener cualquier cosa del Gobierno de Panamá, era solamente gracias a la presencia del dossier, así dice Velocci, y la prueba era la llama telefónica construida y grabada especialmente para el hijo del presidente”, declaró Capriotti ante las autoridades italianas.
Capriotti también coincide con la versión dada en Panamá por la exasistente de Velocci, Fabiana Giorgatti, de que el único que se llegó a considerar era un helicóptero de segunda para la búsqueda de tierras del proyecto y luego la supervisión de la construcción de las cárceles, y no una entrega para el presidente panameño.
Capriotti reiteró que la única vez que se habló de un helicóptero era para trabajos de la empresa Svemark.
Ayer Ricardo Martinelli Linares -hijo del jefe de Estado-, aclaró su participación en una conversación grabada sin autorización por Velocci, la cual se pretendía utilizar como elemento de extorsión para que el presidente panameño aprobara el contrato de las cárceles modulares.
Martinelli (hijo) detalló cómo por insistencia de Lavítola, en condición de mano derecha del ex primer ministro italiano, aceptó reunirse en febrero de 2011 con Velocci, a pesar de no conocerlo.
“El señor Velocci me habló de cosas que no eran de mi incumbencia y así se lo hice saber, razón por la cual me pidió, de manera insistente, que llamara al señor Lavítola para que él me aclarara todo; a lo cual finalmente accedí, con desconfianza, pero por cortesía. Nunca pensé que el señor Mauro Velocci me grabara de forma oculta y ahora deduzco que fue parte de un plan previamente elaborado y malintencionado”, señaló Martinelli en su comunicado.
El 17 de marzo, Martinelli tomó distancia de Velocci, cuando este le pidió que intercediera con el presidente de la Internacional de Seguros, Roy Icaza, para la obtención de las fianzas por 57 millones de dólares que el consorcio Svemark requería para poder contratar con el Estado panameño.
“Creo que te equivocaste. Este email no es para mí. No tengo nada que ver con esto. Por favor, no enviarme más emails”, respondió Martinelli a Velocci.
Ayer Martinelli (hijo) denunció que la verdadera intención de la reunión pedida por Velocci y la grabación era tenderle una trampa para poder chantajear a su padre y su Gobierno, para que accediera a la aprobación del proyecto de las cárceles modulares, “lo cual todos sabemos no pudieron lograr”.
“Nunca solicité, nunca recibí, nunca acepté promesa o prometí en beneficio mío o de un tercero ningún bien, dinero o helicóptero de los señores Mauro Velocci, Valter Lavítola, Svemark, o de ninguno de sus empleados o agentes. Ni mi papá ni yo ni ningún funcionario público panameño somos imputados o parte en los procesos que se le siguen en Italia a Lavítola y otros”, señaló Martinelli (hijo).
También agregó que en ningún momento ha negociado algo en calidad o en nombre del Estado panameño, “ya que no soy funcionario público, pero además, como particular, no tengo, ni tenía, facultades legales para realizar dichas funciones”.
Velocci: coca y putas
Mauro Velocci llevó en Panamá una vida de desenfreno que incluía drogas y putas e incluso Lavítola le llegó a confesar a Angelo Capriotti, presidente de Svemark, que a Velocci la cocaína le ayudaba a trabajar y vencer el cansancio.
“En dicha época Mauro Velocci manifestaba signos de inestabilidad mental, porque era un consumidor habitual de cocaína”, resaltó Capriotti en una declaración ante las autoridades italianas.
Antonio Santoya Hernández, el exchofer de Mauro, reveló que Velocci asistía drogado a las reuniones en el Ministerio de Gobierno para la negociación de las cárceles.
En las noches visitaba el club Habanos Café en busca de prostitutas.
A la traductora Fabiana Querini, Velocci la mordió. Le quedó debiendo cuatro quincenas de trabajo.