Cumbre Iberoamericana reclama inyección de dinamismo
Los países que componen la comunidad iberoamericana representan cerca del 11 por ciento del PIB mundial.
Panamá
EFE
Una inyección de dinamismo para potenciar el poder internacional de Iberoamérica fue el reclamo generalizado en la Cumbre de Panamá, ya bautizada como la de la "renovación".
La mitad de los presidentes fallaron en la cita anual que reúne desde 1991 a gobernantes de América Latina, España, Portugal y Andorra, y que a tenor de las intervenciones, ha perdido relevancia por no haber adaptado su actuación a los desafíos del nuevo contexto mundial.
"Cuántos matrimonios de pronto se despiertan y el marido le dice a la mujer después de 5, 10 y hasta 20 años, mi amor, por qué no nos conocemos. Cuando eso sucede el matrimonio vuelve a florecer".
Fue la manera gráfica del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de recomendar a sus socios iberoamericanos que aprovechen el plan de renovación del sistema de cumbres y de cooperación de esta comunidad para redescubrirse tras muchos años de relación.
América Latina ha consolidado sus democracias y se ha convertido en estos 23 años en una región emergente que ya no necesita como entonces ayuda al desarrollo y su prioridad es ahora ganar protagonismo internacional e insertarse en los grandes flujos comerciales.
Tres países, Brasil, México y Argentina, ya forman parte del G-20, que agrupa a las naciones más ricas y a las principales emergentes.
Mientras, los países ibéricos sufren por salir de una larga crisis y su relación con América Latina ha dado un giro radical por ser la región donde tienen vitales intereses comerciales.
"El equilibrio entre la parte ibérica y la latinoamericana está cambiando" por el contexto económico global y es importante que América Latina encuentre "en la comunidad iberoamericana un instrumento útil para emerger económicamente en el siglo XXI con España y Portugal como socios", incidió el presidente panameño, Ricardo Martinelli.
Los países que componen la comunidad iberoamericana representan cerca del 11 por ciento del PIB mundial.
La necesidad de dar un nuevo impulso al sistema iberoamericano fue el mensaje unánime de los protagonistas de la XXIII Cumbre Iberoamericana, clausurada este sábado y donde se ha lanzado una hoja de ruta para hacer reformas de calado en el sistema actual que aporten eficacia a la cooperación y a la complementariedad de sus economías.
"Este convoy esta formado por vagones grandes y pequeños y la clave está en la complementariedad", apuntó el canciller nicarag ense, Samuel Santos.
La metáfora del convoy fue usada también por Martinelli: "es mejor ir en un convoy que en una nave sola".
La ausencia de los mandatarios de once países - Argentina, Brasil, Bolivia, Guatemala, Uruguay, Ecuador, Perú, Cuba, Venezuela, Chile y Nicaragua- por diferentes razones, fue minimizada por el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias.
"El concepto aritmético es muy injusto. La silla de los 22 países nunca ha estado vacía", enfatizó en la rueda de prensa de clausura de la cumbre, ante la insistencia de los periodistas por considerar deslucida por este motivo la Cumbre de Panamá.
La cita panameña despidió al Secretario General Iberoamericano, el uruguayo Enrique Iglesias, que tras ocho años en este cargo suscitó un unánime y emotivo homenaje, en el que se ganó el calificativo de gran "caballero iberoamericano".
No hay consenso aún para elegir su sucesor, pero varias fuentes apuntan que la favorita es la exvicepresidenta costarricense Rebeca Grynspan.
A partir de la Cumbre de Veracruz en 2014, estos foros serán bienales y un grupo de trabajo preparará reformas que hagan más eficaz la cooperación iberoamericana en el ámbito político, económico y social.
El canciller chileno, Alfredo Moreno, consideró que un ejercicio de renovación del sistema iberoamericano "no sólo debe ser visto desde perspectivas burocráticas y administrativas, sino también como un desafío político".
Y, como todas las cumbres, también la de Panamá fue escenario para compartir detalles de la situación interna de los distintos países, en temas que preocupan como la lucha contra las drogas y la delincuencia organizada, las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, y en el caso de los países ibéricos, la crisis de la zona euro.
EFE
Una inyección de dinamismo para potenciar el poder internacional de Iberoamérica fue el reclamo generalizado en la Cumbre de Panamá, ya bautizada como la de la "renovación".
La mitad de los presidentes fallaron en la cita anual que reúne desde 1991 a gobernantes de América Latina, España, Portugal y Andorra, y que a tenor de las intervenciones, ha perdido relevancia por no haber adaptado su actuación a los desafíos del nuevo contexto mundial.
"Cuántos matrimonios de pronto se despiertan y el marido le dice a la mujer después de 5, 10 y hasta 20 años, mi amor, por qué no nos conocemos. Cuando eso sucede el matrimonio vuelve a florecer".
Fue la manera gráfica del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de recomendar a sus socios iberoamericanos que aprovechen el plan de renovación del sistema de cumbres y de cooperación de esta comunidad para redescubrirse tras muchos años de relación.
América Latina ha consolidado sus democracias y se ha convertido en estos 23 años en una región emergente que ya no necesita como entonces ayuda al desarrollo y su prioridad es ahora ganar protagonismo internacional e insertarse en los grandes flujos comerciales.
Tres países, Brasil, México y Argentina, ya forman parte del G-20, que agrupa a las naciones más ricas y a las principales emergentes.
Mientras, los países ibéricos sufren por salir de una larga crisis y su relación con América Latina ha dado un giro radical por ser la región donde tienen vitales intereses comerciales.
"El equilibrio entre la parte ibérica y la latinoamericana está cambiando" por el contexto económico global y es importante que América Latina encuentre "en la comunidad iberoamericana un instrumento útil para emerger económicamente en el siglo XXI con España y Portugal como socios", incidió el presidente panameño, Ricardo Martinelli.
Los países que componen la comunidad iberoamericana representan cerca del 11 por ciento del PIB mundial.
La necesidad de dar un nuevo impulso al sistema iberoamericano fue el mensaje unánime de los protagonistas de la XXIII Cumbre Iberoamericana, clausurada este sábado y donde se ha lanzado una hoja de ruta para hacer reformas de calado en el sistema actual que aporten eficacia a la cooperación y a la complementariedad de sus economías.
"Este convoy esta formado por vagones grandes y pequeños y la clave está en la complementariedad", apuntó el canciller nicarag ense, Samuel Santos.
La metáfora del convoy fue usada también por Martinelli: "es mejor ir en un convoy que en una nave sola".
La ausencia de los mandatarios de once países - Argentina, Brasil, Bolivia, Guatemala, Uruguay, Ecuador, Perú, Cuba, Venezuela, Chile y Nicaragua- por diferentes razones, fue minimizada por el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias.
"El concepto aritmético es muy injusto. La silla de los 22 países nunca ha estado vacía", enfatizó en la rueda de prensa de clausura de la cumbre, ante la insistencia de los periodistas por considerar deslucida por este motivo la Cumbre de Panamá.
La cita panameña despidió al Secretario General Iberoamericano, el uruguayo Enrique Iglesias, que tras ocho años en este cargo suscitó un unánime y emotivo homenaje, en el que se ganó el calificativo de gran "caballero iberoamericano".
No hay consenso aún para elegir su sucesor, pero varias fuentes apuntan que la favorita es la exvicepresidenta costarricense Rebeca Grynspan.
A partir de la Cumbre de Veracruz en 2014, estos foros serán bienales y un grupo de trabajo preparará reformas que hagan más eficaz la cooperación iberoamericana en el ámbito político, económico y social.
El canciller chileno, Alfredo Moreno, consideró que un ejercicio de renovación del sistema iberoamericano "no sólo debe ser visto desde perspectivas burocráticas y administrativas, sino también como un desafío político".
Y, como todas las cumbres, también la de Panamá fue escenario para compartir detalles de la situación interna de los distintos países, en temas que preocupan como la lucha contra las drogas y la delincuencia organizada, las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, y en el caso de los países ibéricos, la crisis de la zona euro.
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