Nacional - 08/6/14 - 12:43 AM

El destino del PRD

Por segunda ocasión, la propuesta electoral del PRD ha sido derrotada. Una mala campaña le hizo perder importantes alianzas y buena parte de sus históricos votantes.

Ramiro Vásquez Ch. / Analista
La hoja de ruta usada para preservar la tan cacareada institucionalidad se reduce hasta ahora a fijar las fechas para la gradual renovación de su estructura que debe finalizar con un congreso en mayo de 2015.

Por segunda ocasión, la propuesta electoral del PRD ha sido derrotada. Una mala campaña le hizo perder importantes alianzas y buena parte de sus históricos votantes.

Para un partido nacido desde el poder y con 35 largos años de vida, 10 años es mucho tiempo; es casi una generación política. Se impone, entonces, la necesidad de un balance que pueda generar los profundos cambios que detengan las consecuencias de esas derrotas que no son otras que el peligro de su extinción.

Pero no puede ser cualquier balance.

Omitir los orígenes reales, acumulados a lo largo del tiempo, reduciéndolos a un análisis puramente mediático o coyuntural, es tan peligroso como no hacer nada. Igual de peligroso es cederles su elaboración a “los expertos” repitiendo el error de excluir a su cerca de medio millón de afiliados.

Si algún valor puede llegar a tener ese balance, es el de poder lograr que este sea el resultado de una verdadera consulta de abajo hacia arriba. Escuchar las verdades por más dramáticas y dolorosas que estas sean es lo que le da su autenticidad.

Buscar en la responsabilidad individual el origen de la derrota y omitir la responsabilidad colectiva que cabe históricamente a sus líderes es condenar al PRD a repetir nuevamente estos resultados sí es que se llega a la próxima campaña electoral. Peor aún, evadir ese método, ya sea por los intereses y ambiciones personales de grupos y fracciones o por la cobardía de su aparato necesitado de cuotas de poder, es sembrar el camino a la división y la lucha intestina.

El país está pendiente de las conclusiones a las cuales llegue el PRD. Los líderes actuales tienen una responsabilidad histórica ya no solo ante su membresía, sino también hacia todo un pueblo que mantuvo en alto los estandartes de un proyecto de liberación nacional, cuya expresión política fue la creación de ese partido. La hoja de ruta usada para preservar la tan cacareada institucionalidad se reduce hasta ahora a fijar las fechas para la gradual renovación de su estructura que debe finalizar con un congreso en mayo de 2015.

Sí finalmente ese es el criterio que prevalecerá volverán a enfrentarse hermanos contra hermanos, viejos contra viejos, porque no existirá ninguna referencia ideológica apegada a la nueva realidad de los tiempos. Seguirán invocando a Torrijos como a un santo que se le recuerda solo en momentos de necesidad para luego colocarlo en un nicho de adoración lejos de la vida real y de los compromisos de fe.

El PRD tendrá serias dificultades para promover el relevo. Los años de intolerancia, de rechazo a la diversidad del pensamiento, de pérdida de comunicación con las fuerzas sociales liquidaron el relevo natural. Lo más triste es que las ambiciones personales y la desideologización de su aparato parecen marcar el rumbo de esa renovación.

La disciplina de la cual hicimos tanta gala, se perdió en los tiempos. Volvimos a la etapa de los grupos de conveniencia. Volvimos a la individualidad. Solo una actitud desprendida a través de un balance sincero es lo que les va a abrir las puertas de una profunda e integral reingeniería y la posibilidad de recuperar su prestigio ante la sociedad.


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