Hambre, rabia y frustración; las historias detrás de las protestas

En una corta conversación con los manifestantes, Crítica conoció las vidas de algunos hombres y mujeres que se mantienen cerrando calles a diario
Hambre, rabia y frustración; las historias detrás de las protestas

Hambre, rabia y frustración; las historias detrás de las protestas

Por: Estela Martinez -

Las manifestaciones de personas que exigen al gobierno del presidente Laurentino Cortizo los beneficios de la entrega de un Bono Solidario y una bolsa de comida no han parado desde hace tres semanas.

El primer caso de coronavirus se registró el 9 de marzo de este año, dos semanas después se anunciaron medidas de cuarentena, lo que provocó que miles de colaboradores realizarán teletrabajos, es decir trabajar desde casa.
Algunos corrieron con la suerte de mantener una fuente de empleo, otros quedaron sin trabajo y por ende sin dinero.  Muchos de este último grupo están en las calles pidiendo ayuda, respuesta a sus necesidades.
Cada manifestante que se ve en videos o fotos, tiene una historia a cuesta que es lo que los hace ir a protestar.
Pedro es uno de esos manifestantes.  Dice que tiene 3 hijos y cuando entró la cuarentena quedó sin empleo. Van cuatro semanas que no tiene dinero y él y sus hijos sobreviven de la caridad de sus vecinos, como narra.
"Hay muchos como yo que no tienen qué poner en la paila, pero tenemos buenos compañeros que saben lo que es pasar trabajo", dice.
El hombre, de unos 40 años, baja la mirada cuando habla de caridad, pero luego con voz fuerte dice que seguirá en las calles porque es su derecho y ahora, su necesidad.
Así mismo se encuentra Carmen, una mujer que reside en el popular barrio de San Miguelito. Ya está entrada en edad, tiene 65 años y es abuela de tres adolescentes, a los cuales le tocó criar.
"No estudié nada. Fui madre adolescente, pero no le pedí ayuda a nadie. Mi dinero me lo gano en la calle, vendiendo lo que puedo. Alimenté a mis tres hijos y ahora a mis nietos", comenta esta mujer, quien dice que no tiene miedo de que la Policía la conduzca hacia una estación", porque asegura que es mejor estar en la calle peleando por sus derechos que en la casa aguardando una ayuda que no llega.
En las protestas, que ya entran en una tercera semana, también hay gente joven, que grita pidiendo plata (bono solidario). Su fuerza es la que ayuda a arrastrar pesados objetos para bloquear el paso de conductores en las diferentes calles, que se cierran a diario.

Alexander es uno de ellos. Con menos de 20 años grita de rabia porque asegura que ha sido engañado. 
"Yo soy un joven, no soy delincuente y me duele ver tantos niños pasando hambre.  Sus padres no tienen para darle la leche que necesitan.  Hoy están tomando agua con azúcar. Eso no es justo".
El joven señala a las autoridades de su comunidad, Caminos de Omar, de ser los responsables de que la ayuda no llegue.  Pero, también señala que los mayores beneficios se lo están llevando los ricos, porque el pobre está pasando hambre.
Los residentes de su comunidad seguirán protestando para que su voz se sienta y la ayuda les llegue.
Al igual que él, hay miles de personas que no salen a protestar, pero cargan callados la dificil situación que están pasando por el coronavirus o Covid-19 y por políticos, que salen a buscar votos, ganan su entrada a la vida pública y luego se olvidan de los más necesitados; el pueblo, afirma una mujer de unos 50 años, que dice estar cansada de ver la misma historia cada 5 años.

Pero, también está el otro lado de la moneda, donde hay personas que mueven las marionetas con diferentes fines.
Un conductor, visiblemente enojado, indica que en las protestas también hay personas que están sacando provecho, ya que han pedido dinero como peaje de paso en las calles que están bloqueadas.
No todos tienen las mismas historias....


 

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