JUVENTUD OLVIDADA
Por: Por Riccardo Francolini Arosemena -
Este noveno artículo que hoy publicamos quiero dedicárselo especialmente a todos los jóvenes de Panamá, divino tesoro de la nación panameña, como reza un viejo adagio, porque en sus manos está el futuro de la patria, el progreso y la prosperidad de todos los que habitamos este hermoso país, bendecido por Dios.
En medio de un panorama desolador y desesperanzador motivado por la crisis económica, política, social y la crisis de valores que estremece los cimientos de nuestra sociedad, quiero aprovechar la ocasión para enviarles un mensaje lleno de optimismo a todos los jóvenes del país para que tengan fe en que, pese a las adversidades de hoy, existe una luz de esperanza en el camino de que mejores días se asoman en el horizonte para todos.
Sé que el escenario que se les presenta a más de 100 mil jóvenes del país no es nada halagador porque no cuentan con fuentes de empleo. Sé que están asustados porque el sueño de todo buen joven apenas sale de la secundaria o de la universidad es conseguir un empleo para ayudar a sus padres con la enorme carga económica del hogar o forjar su futuro desde muy temprano, como lo hice yo, con mi primer empleo, como empacador en un supermercado.
Según cifras publicadas por prestigiosos economistas de la localidad, el desempleo en Panamá hasta el primer trimestre de este año alcanzó el 6.2 por ciento, registrando un considerable aumento si lo comparamos con el periodo de 2014, cuya tasa estaba por el orden de 4.8 por ciento. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en sus perspectivas sociales y del empleo en el mundo pronostica que este año habrá 192.3 millones de personas desempleadas a escala global. En el caso de Panamá, la tasa de desempleo actualmente alcanza 116 mil personas en edad productiva, según cifras de la Contraloría General de la República.
Viendo fríamente estas cifras, es para preocuparse. Porque, precisamente, si no buscamos una solución para estos miles de jóvenes sin fuentes de empleos, los estamos condenando prácticamente a que grupos del crimen organizado los recluten para sus actividades ilícitas y que al final frustran su carrera y su futuro por estar pagando una condena que se pudo haber evitado.
Si vemos de manera integral los 10 mil 250 millones de dólares que ha invertido en estos últimos años tanto el sector público como privado en proyectos y programas educativos, laborales, formación y capacitación, notamos enseguida que el grupo de los jóvenes es el menos favorecido, aunque públicamente autoridades y algunos dirigentes empresariales digan lo contrario.
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Para mí es triste ver como cada día se deteriora la calidad de vida de nuestra gente en un país que durante el mandato de Ricardo Martinelli demostró que cuando hay voluntad, vocación de servicio, sabiduría e iniciativas se pueden realizar muchas obras que redunden en beneficio de la población, traducidos en más empleos, mejor salud, educación y calidad de vida para todos.
No puedo pasar por alto que, del total de desempleados que hay en nuestro país, el 43.72 por ciento sea del grupo de jóvenes de 15 hasta los 25 años. Eso indica, según estadísticas de la Contraloría, unos 60 mil jóvenes desempleados, aproximadamente, en la edad productiva de entre 15 y 24 años no tiene fuentes de ingresos. Es por esta razón que reitero mi compromiso como panameño y empresario de seguir luchando en la arena que sea por lograr rescatar a nuestro Panamá y volver a colocarlo por el sendero de la productividad y el progreso que tanto necesitamos.
Hoy soy víctima una vez más de otro atropello y secuestro por parte de este gobierno que está haciendo lo imposible por tratar de evitar que corra en el proceso electoral venidero porque están convencidos de que represento la mejor alternativa de esperanza y de volver a soñar con un país próspero con desarrollo económico y humano.
Desde este pequeño espacio en la DIJ, de unos cuantos metros cuadrado que sirve de celda y donde estoy secuestrado desde hace más de ocho días, no pierdo la fe y la esperanza de que otra vez Dios nos permitirá ver la luz del día para volver con mi decisión irrevocable de optar por una candidatura presidencial por el opositor partido Cambio Democrático y tener así la oportunidad de cambiarles la vida no solo a 116 mil jóvenes de nuestro país, sino a más de cuatro millones de habitantes.