Magistrado de la Corte: Nepotismo de Pinilla es un insulto

El magistrado Harry Díaz calificó el nepotismo "confeso" del presidente del Tribunal Electoral, Erasmo Pinilla, como un "delito aborrecible...que ahora se pretende dejar de lado y en el olvido". El fuerte cuestionamiento de Díaz figura en un salvamento de voto frente al fallo bajo la ponencia del magistrado Abel Zamorano y respaldado por Oydén Ortega, Jerónimo Mejía, Víctor Benavides y Efrén Tello (suplente de Luis Ramón Fábrega), quienes rechazaron de plano una denuncia presentada por el abogado Sidney Sittón contra Pinilla por faltas a la ética. Harry Díaz resaltó que desde el año 2010 se interpuso una querella por el nepotismo del magistrado Pinilla, por lo que el "falso intento" del Tribunal Electoral de incorporar el 20 de abril pasado en su Código de Ética la prohibición del nepotismo, se debió realizar "hace 5 años y no ahora, lo que trajo como consecuencia que (una veintena) de sus familiares recibieran aproximadamente 5 años de salarios". Para el magistrado, la Corte -al no asumir su competencia en el caso del nepotismo de Erasmo Pinilla- se aleja desafortunadamente de su rol constitucional. Díaz considera como un "insulto al mínimo raciocionio" alegar que como el Tribunal Electoral no había incluido el rechazo al nepotismo en su Código de Ética, no sucede nada, como si los magistrados del Tribunal Electoral fuesen ajenos al resto de la normativa legal, pero además se desconoce que de parte de Pinilla hay una "grave falta contemplada en la Ley de Carrera Administrativa". "Asumamos que un magistrado electoral asesina a un tercero y como eso no está contemplado en su Código de Ética, eso no quiere decir que no se le aplica la ley penal...obviamente debe pagar por su delito. Eso mismo ocurre con el nepotismo, porque el hecho de que no estaba regulado por el Tribunal Electoral, no quiere decir que no constituye una falta administrativa grave contemplada en la Ley de Carrera Administrativa de forma supletoria y sancionada con la destitución", añadió Díaz. El artículo 142 de la Carta Magna establece que los magistrados electorales deben responder ante la Corte por las faltas y delitos, pero el fallo de Zamorano alega que el nepotismo no es una falta sino una conducta ética, criterio contrario a la Ley de Carrera Administrativa y hasta del propio decreto posterior del Tribunal Electoral, que lo agregó a su Código de Ética, sostuvo Harry Díaz. El integrante de la Corte cuestiona que ahora resulta que los magistrados del Tribunal Electoral han descubierto que el "nepotismo sí es una falta administrativa como si fuera algo novedoso...pero cabe acotar que es indudable que el nepotismo es corrupción". Para Harry Díaz con el fallo de la mayoría de la Corte "perdió la administración de justicia, perdió la decencia y perdió el país". Otro que discrepó del proyecto de Zamorano y salvó su voto fue el presidente de la Corte, José Ayú Prado, quien destacó que la "confesión, la solicitud de perdón y la enmienda a lo cometido... es suficiente para admitir o iniciar una causa administrativa por nepotismo, sin incurrir en prejuzgamiento”. A juicio de Ayú Prado, el nepotismo es una falta y lo establece la Ley 9 de 1994 sobre Carrera Administrativa y los magistrados del Tribunal Electoral deben acatar las leyes. La admisión del nepotismo, la petición de ser perdonado por la sociedad y procurar la renuncia de sus parientes hecha por Erasmo Pinilla, no puede ser soslayado por la Corte Suprema de Justicia, agregó el presidente de la Corte. El magistrado Secundino Mendieta también salvó su voto. Sin embargo, para los magistrados Zamorano, Oydén Ortega, Jerónimo Mejía, Harley Mitchell, Tello y Benavides, el nepotismo no es delito ni falta administrativa, sino una falta a la ética que debe ser sancionada por el propio Tribunal Electoral, es decir Pinilla, Eduardo Valdés y Heriberto Araúz, se deben sancionar a ellos mismos. Sin embargo, el mismo proyecto que redactó Abel Zamorano se apoya en el propio decreto del Tribunal Electoral expedido el 20 de abril, el cual reconoce el nepotismo como una falla administrativa.