Manglares, aliados de Panamá para cumplir con acuerdo de París

Manglares, aliados de Panamá para cumplir con acuerdo de París

Manglares, aliados de Panamá para cumplir con acuerdo de París

Por: Panamá/ ACAN-EFE -

Las 177.000 hectáreas de manglares que tiene Panamá son verdaderas maravillas de la naturaleza, pero también un buen aliado para que el país cumpla con el acuerdo climático de París, ya que la capacidad para captar dióxido de carbono de los llamados "bosques azules" es excepcional.

"Solo ocupan el 1 % de la superficie total de los bosques tropicales de todo el mundo, pero absorben hasta 5 veces más de dióxido de carbono, que almacenan en sus hojas, en sus troncos, en sus raíces y principalmente en el suelo", explicó a Acan-Efe la directora de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente de Panamá, Rosilena Lindo.

La razón, añadió Lindo, es que la parte orgánica del suelo de estos ecosistemas es larguísima y puede llegar a medir hasta 3 metros, mientras que la de los bosques en tierra firme apenas supera los 30 centímetros.

Gracias a la fotosíntesis, los árboles de mangle absorben dióxido de carbono de la atmósfera y lo convierten en carbono orgánico, que pueden llegar a almacenar durante cientos de años.

"Por eso es tan importante mantenerlos con vida, ya no solo porque limpian el aire, sino porque al destruir estos ecosistemas se libera a la atmósfera ese carbono almacenado y sucede el efecto contrario", aseguró la funcionaria.

La ONU calcula que si se liberase a la atmósfera el CO2 de todos los manglares del mundo, las emisiones resultantes equivaldrían a recorrer 26 millones de kilómetros en auto, es decir 650 veces la vuelta al mundo.

Panamá es el país con más manglares de Centroamérica, el problema es que desconoce a día de hoy cuánto dióxido de carbono son capaces de captar estos ecosistemas, ya que su potencial para mitigar el cambio climático depende en gran medida de cómo estén conservados.

"En 2016 ratificamos el Acuerdo de París y presentamos en Naciones Unidos nuestro compromiso para que la temperatura del planeta no aumente más dos grados centígrados, pero necesitamos cuantificar la contribución que pueden hacer estos ecosistemas tan ricos", reconoció la directora de Cambio Climático.

El Acuerdo de París, que fue firmado en diciembre de 2015 y entró en vigor casi un año después, busca conseguir que el aumento de la temperatura a finales de este siglo que quede entre los 2 y los 1,5 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.

Esa es la frontera fijada por la comunidad científica para que los efectos del cambio climático no sean desastrosos. Para lograr ese objetivo, los 195 países firmantes, entre los que están China y EE.UU, los dos más contaminantes del mundo, se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

"Lo que pasa en Estados Unidos, lo que pasa en Samoa, también impacta aquí. Esos gases que producimos tardan solo un mes en dar la vuelta completa al hemisferio norte y menos de un año en rodear el planeta entero", afirmó Lindo durante una visita a los humedales de Punta Chame, a 80 kilómetros al oeste de la capital.

El ministerio, junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la ONG holandesa Wetlands, están a punto de concluir un programa que ha durado 3 años y que se ha centrado en medir el carbono almacenado en distintas zonas y en concienciar a la población de lo importante que es cuidar estos bosques.

Los resultados, que se harán públicos el próximo agosto, le permitirán a Panamá solicitar fondos no reembolsables de cooperación para la conservación de estos bosques, aseguró por su parte la bióloga del PNUD y coordinadora del programa, Isis Pinto.

"Más allá de la desaparición del mismo ecosistema, estimamos que la degradación de los manglares produce unas pérdidas anuales de 300 millones de dólares en Panamá", indicó Pinto.

Los "bosques azules" juegan un papel fundamental en el ciclo de vida de algunos peces, de camarones o las langostas, y protegen a la costa de la erosión de las olas y las tormentas, explicó. En definitiva, un gran escudo natural contra el cambio climático.

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