Nacional - 09/2/14 - 01:17 PM
Método del CH 20 se usa en Panamá para torres de 50 pisos
En Panamá calientan el hormigón y las piezas prefabricadas en hornos, no en mesas.
Tomado de: El Observador
Al tiempo que avanza el proceso de relocalización de los vecinos del complejo habitacional 20 (CH 20), ubicado en rambla República de Argentina y Cuareim, y sin que desaparezcan las dudas sobre el estado del edificio, los hijos de su creador, Homero Pérez Noble, tienen planes de modernizar el sistema constructivo para que vuelva a ser una opción constructiva no restringida a viviendas económicas.
El trabajo más grande de Pérez Noble (padre) fue la construcción de 3.000 viviendas en torres de 10 pisos que solicitó Panamá para el barrio Curundú de la capital caribeña. Allí viajó su hijo, también Homero, para analizar su conservación y lo que vio lo dejó “helado”. Los edificios, dijo a El Observador, tienen poco mantenimiento, al igual que el CH 20, pero “no se le ven los fierros”. Una diferencia es el clima. En Panamá soportan altas temperaturas todo el año; mientras que el CH 20 sufre el embate desde 1970 de un ambiente agresivo por su cercanía al mar.
Pero Pérez Noble se llevó otra sorpresa. Desde que la patente que vendió su padre en los años 70 pasó al dominio público, se transformó en un método constructivo sumamente tradicional, inclusive para viviendas y torres de lujo de hasta 50 pisos. “Se usa allá como quien usa ladrillos acá”, afirmó.
La base sigue siendo la misma que la ideada por Pérez Noble y Leonel Viera −diseñador del puente ondulante de La Barra y del Cilindro Municipal−, pero modificada con nuevas técnicas como si hubiesen escuchado al ministro de Vivienda, Francisco Beltrame, que en la interpelación de la semana pasada resaltó que el sistema PNV tuvo “pros y contras” y que ahora se estaba examinando un proyecto con 50 años arriba “con ojos del siglo XXI” y que hoy se tienen nuevos “estados de conocimiento”.
En Panamá calientan el hormigón y las piezas prefabricadas en hornos, no en mesas. Esto, más otros cambios que Pérez Noble no quiso difundir porque tramitará la patente en Uruguay, hacen que el fraguado del material sea más rápido y se consiga un elemento más resistente. El único cambio que habían hecho los herederos del creador es que se rediseñó el mecanismo de fluido del agua caliente en el encofrado para optimizar el rendimiento de la caldera. También se modernizaron las ventanas; pero se lo sigue pensando para viviendas económicas, cárceles o escuelas.
El sistema PNV lleva más portland que el método tradicional y otro tipo de vibrado que no permite el pasaje de agua aun sin pintura. La apreciación técnica es que el hormigón continúa el proceso de fraguado “casi eternamente”. Las piezas −paredes, techos, escaleras, entre otras− son empotradas y soldadas a una especie de jaula de hierro. Todo es hormigón armado; no hay ninguna pared blanda.
“Al usar el hormigón, vuelan; es impresionante cómo suben las torres. No se puede creer”, comentó Pérez Noble. Las piezas prefabricadas permiten que una pared se levante en cuatro horas con las ventanas y con la instalación eléctrica y las tuberías empotradas en su interior. La rapidez lo es todo para un país que transita un boom de la construcción desde 2008. Y, según estima Pérez Noble, cuesta tres veces menos.
Al tiempo que avanza el proceso de relocalización de los vecinos del complejo habitacional 20 (CH 20), ubicado en rambla República de Argentina y Cuareim, y sin que desaparezcan las dudas sobre el estado del edificio, los hijos de su creador, Homero Pérez Noble, tienen planes de modernizar el sistema constructivo para que vuelva a ser una opción constructiva no restringida a viviendas económicas.
El trabajo más grande de Pérez Noble (padre) fue la construcción de 3.000 viviendas en torres de 10 pisos que solicitó Panamá para el barrio Curundú de la capital caribeña. Allí viajó su hijo, también Homero, para analizar su conservación y lo que vio lo dejó “helado”. Los edificios, dijo a El Observador, tienen poco mantenimiento, al igual que el CH 20, pero “no se le ven los fierros”. Una diferencia es el clima. En Panamá soportan altas temperaturas todo el año; mientras que el CH 20 sufre el embate desde 1970 de un ambiente agresivo por su cercanía al mar.
Pero Pérez Noble se llevó otra sorpresa. Desde que la patente que vendió su padre en los años 70 pasó al dominio público, se transformó en un método constructivo sumamente tradicional, inclusive para viviendas y torres de lujo de hasta 50 pisos. “Se usa allá como quien usa ladrillos acá”, afirmó.
La base sigue siendo la misma que la ideada por Pérez Noble y Leonel Viera −diseñador del puente ondulante de La Barra y del Cilindro Municipal−, pero modificada con nuevas técnicas como si hubiesen escuchado al ministro de Vivienda, Francisco Beltrame, que en la interpelación de la semana pasada resaltó que el sistema PNV tuvo “pros y contras” y que ahora se estaba examinando un proyecto con 50 años arriba “con ojos del siglo XXI” y que hoy se tienen nuevos “estados de conocimiento”.
En Panamá calientan el hormigón y las piezas prefabricadas en hornos, no en mesas. Esto, más otros cambios que Pérez Noble no quiso difundir porque tramitará la patente en Uruguay, hacen que el fraguado del material sea más rápido y se consiga un elemento más resistente. El único cambio que habían hecho los herederos del creador es que se rediseñó el mecanismo de fluido del agua caliente en el encofrado para optimizar el rendimiento de la caldera. También se modernizaron las ventanas; pero se lo sigue pensando para viviendas económicas, cárceles o escuelas.
El sistema PNV lleva más portland que el método tradicional y otro tipo de vibrado que no permite el pasaje de agua aun sin pintura. La apreciación técnica es que el hormigón continúa el proceso de fraguado “casi eternamente”. Las piezas −paredes, techos, escaleras, entre otras− son empotradas y soldadas a una especie de jaula de hierro. Todo es hormigón armado; no hay ninguna pared blanda.
“Al usar el hormigón, vuelan; es impresionante cómo suben las torres. No se puede creer”, comentó Pérez Noble. Las piezas prefabricadas permiten que una pared se levante en cuatro horas con las ventanas y con la instalación eléctrica y las tuberías empotradas en su interior. La rapidez lo es todo para un país que transita un boom de la construcción desde 2008. Y, según estima Pérez Noble, cuesta tres veces menos.