A mis hijas

Había escuchado que el uso de la tecnología es malo, peligroso, quizás haya algo de razón, sin embargo en este tiempo de Pandemia, aunque no lo crean, he jugado a las cartas

Por: Redacción Crítica -

Nunca había participado tan de cerca de los carnavales con mi hija, quien siempre acompaña a las reinas de calle abajo de Aguadulce en los carros alegóricos que recorren las calles de ese pequeño pueblo en las noches, este año lo hice sin imaginar lo preparado por el destino, una separación obligada.
Separación que hasta el momento de escribir esto sumaban 90 días, de esos 79 días desde que se anunció en Panamá el primer caso de covid-19; desde entonces, he tenido que conformarme por verla a través de la pantalla de un celular, gracias a esa tecnología puedo verla correr, jugar, hacer sus tareas y hasta llorar juntos porque es la primera vez que nos separamos por tanto tiempo.
Ni hablar de mi otra bebé qué se emociona al verme por una pantalla y solo le sale decir “papá”.

Había escuchado que el uso de la tecnología es malo, peligroso, quizás haya algo de razón, sin embargo en este tiempo de Pandemia, aunque no lo crean, he jugado a las cartas, he visto comer a mis princesas y hasta les he cuidado unos pericos que tienen en la casa. Entonces ahora me pregunto: ¿no todo lo tecnológico es malo, sí le diéramos un buen uso?
Por otro lado, nunca llegué a imaginar que mi hija, con tan solo 6 años, manipulara un aparato móvil casi a la perfección y lo digo por las fotos y videos que me envía a diario, que por cierto guardo en mi celular.
Hoy me siento tranquilo a pesar de no estar cerca de ellas, por qué me dicen que todas las noches rezan por mí, a diario me dicen lo mucho que me quieren y lo importante que no me han olvidado, cosa que llegué a pensar que por sus edades tan cortas se olvidan de los seres que siempre las visitan.
Estoy seguro que esto pasará muy pronto, aunque tengamos que vivir con el virus, y por eso les dejo un mensaje a todos los padres: “Siempre díganle a sus hijos lo mucho que los quieren y aman, denle cariño; no teman en hacerlo, pues, el día de mañana se lamentarán yo no siento ese remordimiento, siempre les he dicho lo mucho que las amo.
 

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