No saben lo que piden

Por: Luis Enrique Morán Colaboración para Crítica -

Dejamos de vivir posibilidades, oportunidades y experiencias del presente, para añorar un pasado [que, obviamente, ya no está] o idealizar un futuro [que, lógicamente, aún no llega].

Olvidamos lo que tenemos en el ahora, para sufrir lo que “perdimos” o ansiar con avaricia lo que no tenemos, pero reclamamos sin imaginar las consecuencias de lo que estamos pidiendo. ¿Es difícil hacer nuestro camino o construir posibilidades con lo que ya tenemos?

Narra Mateo una gran lección de Jesús: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?» Le dijo ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.» Replicó Jesús: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo voy a beber?» Le dijeron ellos: «Sí, podemos.» Les dijo Jesús: «Mi copa, sí la beberán; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.” (Mt 20, 20-23)

La madre, de Santiago “el mayor” y de Juan, reclamaba los puestos de honor para ellos. ¿Necesitamos honor y gloria para peregrinar en esta vida? ¿Hay coherencia entre lo que necesitamos y pedimos? Obsérvese: Jesús no le pregunta ¿qué necesitas?, o ¿qué puedo hacer por ti?, como lo hace con otros, su interrogante nos llama a la reflexión: “¿qué quieres?”, es decir, antes de que pidamos, él “ya sabe por dónde viene tabla”.

“Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será su esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»” (Mt 20, 24-28)

Lejos de pretender honores, estamos llamados al sacrificio de entregar la vida al servicio de los demás [inclusive con detalles que parecen insignificantes]. Cuando Jesús nos habla de beber su copa, se refiere al sacrificio que él ofrecería en la cruz.

En la persecución diaria y renuncias al ego, fue cuando los apóstoles comprendieron las palabras del maestro. Hoy la iglesia se viste de rojo para conmemorar la copa del sacrificio y la sangre del martirio ofrecido por Santiago “el mayor”, al ser decapitado por evangelizar. ¿Sabemos lo que pedimos? ¿Podemos nosotros beber esa copa?

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