...Y nada pasa

...Y nada pasa

...Y nada pasa

Por: José Raúl Mulino Q. Exministro de Seguridad Pública -

En esta semana, a raíz de los 50 años del golpe militar de 1968, surgieron toda suerte de comentarios, comparaciones, narraciones de los hechos por algunos actores del drama, sean los golpistas o las víctimas arnulfistas, destacándose las causas de la asonada y comparándolas con el escenario deteriorado que enfrentamos hoy como país. Sin lugar a dudas había, como hay hoy, un deterioro marcado de distintas índoles. Lo único que no existe, a pesar de Varela, es una policía golpista ni en espíritu ni en liderazgo, cosa que marcó la diferencia en aquel momento.

El prolijo trabajo de Adelita Coriat logró levantar, luego de una semana de silencio sepulcral, tibios comentarios, más que todos relacionados con la absurda postura de justificar el trabajo de "investigación de corrupción" que se imponía luego del gobierno anterior por gente extraña a las instituciones llamadas a investigar por mandato de la Ley. Curioso es destacar que a amplios sectores les cuesta profundizar en lo que ha significado el fracaso de este Gobierno, en todos sus aspectos. Varela sigue manteniendo la disimulada benevolencia de muchos, ya que es mejor defenderlo que realizar que sus manipulaciones e intromisiones son de su propia inspiración y no establecida ni en códigos ni pactos de ninguna naturaleza.

De las entidades que han expresado una postura firme y clara destaco la del Colegio de Abogados, incluyendo la vocería de sus dirigentes que han marcado la diferencia en sus opiniones fundadas en derecho y no en apreciaciones subjetivas, como las que dio un fiscalito de cuentas. La más absurda fue la del Gobierno que trató de limpiarse con varias firmas de abogados que rápido salieron a aclarar y desmentir que su rol hubiera tenido que ver con "asesorar" entidades o autoridades de investigación, es decir, armar casos. Como es ya costumbre, esos comunicados se vuelven cosa juzgada, mientras Varela escapa a una canonización más en el Vaticano, casi su segunda casa. ¿Qué pensará la Iglesia toda? ¿Creerán aún la farsa que conocen bien?

Ciertamente nada va a ocurrir, por ahora. El 28 del presente mes se cierra la oferta electoral oficialista y el fin de año viene lleno de negociaciones electorales que deben culminar con el año viejo. De allí, el verano será electoral y la amnesia temporal colmará el cerebro dedicándonos a seguir las especulaciones de café y al análisis de las encuestas, si es que habrán para ver quién ganará el gobierno en mayo. Sin embargo, es entonces cuando cosas van a empezar a pasar. Imposible que no sucedan porque para entonces las lealtades ya fueron rotas y se empezarán a cuadrar las fichas en función de quien dirigirá el país, incluyendo la serie de "delaciones premiadas" que fuera de expedientes se darán para muchos salvar su pellejo y partir a vivir la incertidumbre angustiosa por los delitos cometidos. Será el momento de los favores por recibir. Para entonces, espero, la culpa de todo ya no será de Martinelli y comenzaremos a ver la realidad del Mesías.

En 1968 el país y sus instituciones sufrieron un colapso que duró 21 años por más que lo hayan querido matizar con las bondades del "proceso". Siento que ahora, 50 años después, las circunstancias nos ubican en distinguir que hay que administrar lo colapsado, que es mucho, y darle rumbo certero y con liderazgo a la reconstrucción del país a través de la reforma integral del Estado. De no hacerlo, cambiarán solo los nombres hasta que quizás esa transformación no sea pacífica y democrática. Lastimosamente, no veo ningún planteamiento serio en esa dirección y mucho menos la voluntad clara hacia ese cambio imperativo. Demos tiempo al tiempo.

¡Mientras, el reloj sigue su marcha y cada día que pasa es uno menos de todos ellos allá!

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