Panamá, dividida por una vacuna

Vacunados y no vacunados contra la COVID-19 se enfrentan en redes sociales e incluso en círculos de familia exigiendo sus derechos. La batalla se alarga cada vez más.
La vacunación contra el coronavirus es objeto de intensos debates en Panamá y otras naciones. (Imagen: Pixabay)

La vacunación contra el coronavirus es objeto de intensos debates en Panamá y otras naciones. (Imagen: Pixabay)

Por: Milagros Murillo F. -

Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla entre quienes están a favor o en contra de la vacunación por la COVID-19, un debate que llegó incluso a los círculos de amigos, colegas y a la propia familia, donde se estableció un distanciamiento -no solo físico- entre quienes tienen conceptos distintos cuando de vacunación en pandemia se trata.

Aunque el mandato de la propia Organización Mundial de Salud dice que la vacunación debe ser voluntaria, esta es un requisito para realizar ciertas actividades alrededor del mundo, incluyendo a Panamá.

Prueba de lo anterior, es que el Gobierno Nacional condicionó ciertos beneficios como 120 a los 65 o el Vale Digital (otorgado a los afectados económicamente por la pandemia), pues los usuarios que los reciben deben estar vacunados para seguir obteniendo la ayuda. Este mismo panorama se cumple para la emisión de los carné de manipulación de alimentos, que según la Resolución No. 2214 del 16 de agosto de 2021 de la Dirección General de Salud Pública, ya promulgada en Gaceta Oficial, quienes opten por él deben cumplir con el requisito adicional de estar vacunados con las dos dosis contra la COVID-19.

Por otro lado, las empresas privadas hacen consultas a sus colaboradores sobre si se han vacunado o no y hay quienes han denunciado que los coaccionan para que lo hagan.

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Ante el ambiente creado por los argumentos a favor y en contra, se han levantado algunas voces que incluyen a juristas y médicos, que aducen que la vacunación no debe ser obligatoria, porque, entre otras razones, no evitan el contagio y transmisión del virus.

Quienes están a favor de las vacunas tildan de “antivacunas, delincuentes, ignorantes, conspiranoicos” y muchos otros calificativos a quienes han decidido no vacunarse, mientras que estos últimos los acusan de “borregos, conejillos de indias'' y piden que “despierten”. Que si es una “dictadura sanitaria” y se están violando los derechos humanos o que quien no esté vacunado se encierre en casa y no pueda asistir a lugares como restaurantes o tomar un transporte público, son también parte de los planteamientos.

Debate de derechos

El abogado Silvio Guerra, una de las voces que se levantó ante el debate, constantemente menciona situaciones que califica como inconstitucionales e ilegales, en las que, por ejemplo, solicitan tarjeta de vacunación para movilizarse dentro del territorio nacional, para entrar a ciertos comercios o eventos deportivos (como está ocurriendo con los juegos de fútbol de la Selección Nacional, donde para asistir deben tener doble dosis de vacunación). En sus redes sociales Guerra suele hacer referencia al Artículo 5 de la Ley 49 de 1967, literales E y F que aprueba la Convención de las Naciones Unidas contra toda forma de discriminación, y entre ellas destaca que “a nadie se le puede impedir el derecho a ingresar a los lugares públicos, al transporte público, a los parques o imposibilitar formar parte de la cultura nacional o del deporte”.

Guerra ha hecho constantes llamados al presidente de la República, Laurentino Cortizo para que se detenga el abuso, pues él y los 600 abogados que forman parte de la Alianza Panamá, diariamente reciben centenares de quejas de personas que buscan cómo defenderse de lo que consideran una discriminación por no vacunarse.

De hecho, el propio defensor del pueblo, Eduardo Leblanc González se pronunció sobre “las medidas que condicionan como requisito a la población vacunarse para recibir atención, subsidio social y la admisión tanto en lugares públicos como privados”, instando a estos sectores a “respetar el derecho que tiene cada individuo de decidir de forma libre vacunarse o no; tal como lo expresa la Ley 68 del 20 de noviembre de 2003, que regula los derechos y obligaciones de los pacientes en materia de información y  de decisión libre e informada”. Esto, sin obviar el hecho de que las personas deben informarse sobre el proceso de vacunación y sus beneficios.

Siempre habrá enfrentamientos

Según el sociólogo Carlos Moya vivimos en una sociedad altamente polarizada y conflictiva permanentemente en la que todos los sectores buscan siempre una explicación al devenir social y la pandemia lo que ha hecho es develar un poco más a estos grupos enfrentados.

En el caso de la vacuna, dijo que hay sectores como los antivacunas y los pro vacunas, que a su juicio, son una pugna histórica por parte de quienes creen en la ciencia y de los que no (...) y hay diversos argumentos, “uno puede tener sus propias hipótesis y debatir, pero todas las discusiones que se den respecto a eso tienen que ser basadas en hechos científicos, que es lo que a mi parecer los movimientos antivacunas no logran consolidar”.

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Explicó Moya que como seres sociales, cuando nacemos se nos orienta sobre la convivencia y de cómo vivir la vida, una forma que puede ir cambiando con el tiempo, dependiendo de cómo nos vamos formando y frente a eso asumimos otras posiciones, por ejemplo, “yo con mi formación política y académica tengo una posición en función de un entorno intelectual y docente que me ayuda a asumir o hacer discusiones con las cuales yo asumiré una posición y así mismo cada quien, en su desarrollo social se va adscribiendo a ciertas circunstancias o a un momento y autodefinirse como antivacunas -o no-”.

El Estado debe decidir

Moya consideró que el Estado tiene que velar y garantizar el bienestar de la sociedad y seguir manteniendo esa esperanza de vida; y los altos estándares a nivel de salud ameritan a veces la intervención del Estado por la vía represiva y, claro, frente a esta situación “alegan que el derecho individual tiene que prevalecer por encima de cualquier cosa, pero si queremos una sociedad que siga manteniendo estos grandes estándares de salud, el Estado en algún momento tendrá que imponer ciertas medidas para que la salud le llegue a todo el mundo por igual, no puede haber un hecho diferenciado”.

El sociólogo adujo que posiblemente estos movimientos van a persistir en tanto dure la pandemia, y tal cual salen con fuerza y al final se debilitan cuando se logra la comunidad de rebaño y eso va a depender de la capacidad que tenga el virus para seguir propagándose.  “Yo creo que esta pugna se va a ir debilitando entre los que promueven la vacuna y los antivacunas, porque en algún momento la pandemia irá debilitándose en su capacidad de propagación y así mismo las vacunas irán haciendo efecto y al final la historia le seguirá dando la razón a la ciencia”, concluyó.

 

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